La gordofobia y la tendencia general de la presión estética es el producto perfecto de la sinergia entre el capitalismo postindustrial y el sistema sexo/género. Estando el poder económico y social en manos de los hombres, la propia belleza --y la provisión del placer masculino-- como un camino hacia el bienestar material y social es, desde antiguo, un mandato de género para las mujeres. (Traducción en comentarios)
Una sociedad obsesionada con las mujeres delgadas no está obsesionada con su belleza, sino con su obediencia (Naomi Wolf)
Llega el buen tiempo y con él un alud de publicidad y un clima emocional colectivo de autoboicot: la gordofobia, una constante en nuestra sociedad de consumo, s'exacerba en esta época del año. Los mensajes que recibimos sobre cómo tendria que ser nuestro cuerpo y qué podemos hacer para conseguirlo se intensifican con el aumento del calor y la disminución de capas de ropa.
La gordofobia hace referencia al rechazo, consciente o inconsciente, a las personas con sobrepeso y también es una expresión del precio que nuestra sociedad hace pagar a todas aquellas personas que no responden al modelo de belleza impuesto. El término no tiene todavía el reconocimiento científico, ni está normalizado desde un punto de vista lingüístico (ni en catalán ni en castellano), y proviene de la importación de los estudios norteamericanos sobre la fatphobia iniciados en los años noventa. A pesar de que lingüísticamente lo que sería correcto al traducir gordofobia al catalán seria "obesofobia", las autoras hemos preferido mantener el concepto gordofobia a lo largo del artículo por considerar que las connotaciones entre el término "gorda" y "obesa" no son las mismas (por ejemplo, nadie insulta ni deslegitima diciendo "eres obesa", pero si que se hace con "eres gorda".
En nuestro contexto sabemos poco sobre el alcance y el impacto de la gordofobia. Pero a pesar de la falta de información científica de que disponemos, sí que sabemos, desde la experiencia compartida, que el aspecto físico --i concretamente el hecho de ser una persona considerada gorda, influye en la vida, sobretodo de las mujeres.
La gordofobia se fundamenta en un estereotipo: el de las personas con sobrepeso. Es común asociarlas, de forma casi automática, con una serie de características usualmente negativas. Las personas gordas son pasivas, perezosas, descuidadas, con hábitos poco saludables. De hecho, la misma palabra "gorda" ya no es un término neutro en nuestra sociedad, sinó que se utiliza como insulto y para desligitimar al sujeto. En la ficción, las personas gordas a veces son personajes entrañables, risibles, pero nunca seres completos con todo el abanico de inquietudes y deseables. La característica del paper de la "gorda" en la ficción es el de ser GORDA. Más allá de la ficción, las mujeres tienden a no tener presencia en el espacio públic, pero las mujeres que no cumplen con los cánones de belleza todavía son más invisibilizadas. En la no ficción (en la información, como líderes económicos, sociales o políticas) las mujeres con sobrepeso son, prácticamente invisibles.
El estereotipo funciona de una manera doble: en primer lugar como un mecanismo de exclusión social y estigmatización de un determinado colectivo y, en segundo lugar, estableciendo un horizonte de deseabilidad: el peso y el cuerpo ideal, a menudo relacionados con un cuerpo "saludable". Esta concepción de la salud es falsa y reduccionista; falsa porque tal como apunta y recoge la edoctora Elisabet Tasa, el peso no afecta negativamente en algunas enfermedades (incluso, en algunos casos es un factor para disminuir el riesgo); y reduccionista porque concibe la "salud" como algo únicamente físico, sin tener en cuenta el efecto que en la salud y el bienestar global/mental tiene sentirse discriminado o inferior.
El mito de la belleza ha funcionado como una burbuja que no ha parado de crecer desde los años setenta. Las fronteras de la normalidad, la gordura y el cuerpo ideal no tienen nada que ver con el bienestar de la persona, sino con una jerarquización social. Realizan una función disciplinaria: nos hace querer lo que no hubiésemos aceptado como una imposición. Así, los límites de lo que consideramos obeso o peso ideal son móviles en el tiempo y en función de los segmentos sociales. De hecho, Naomi Wolf lo denominó "El mito de la belleza" y ya el 1990 afirmó la existencia de una economia política de la belleza: un mito regulador que se ha ido endureciendo en Occidente con la liberación de las mujeres de los años sesenta y los setenta. Wolf afirmaba que en los 90 las modelos eran un 23% más delgadas que la mayoría de las mujeres, y que entre el 1966 y el 1969 el porcentaje de alumnas que se consideraban "gordas" saltó del 50% al 80%. Hoy, el ideal de belleza está fuera del alcance incluso de las modelos y de las actrices, gracias a las nuevas tecnologías de la imagen (aquí podemos ver el testimonio de Imma Cuesta al respecto). Se trata de una burbuja de belleza que, por fortuna para los grandes sectores económicos interesados, quizás no estalle nunca.
¿Con qué exito este discurso cala en la sociedad? El horizonte de ser deseable cala desde bien jóvenes y de manera diferente en mujeres que en hombres. El 2014 más de la mitad de las chicas de entre 17 y 18 años consideraban que tenían que perder peso en España, mientras que en el caso de los chicos sólo lo creían un 10,7%. Un dato similar al que, según la prensa, publicó un estudio de la OMS, que afirmaba que, si bien el 20% de las mujeres de 15 años tenían sobrepeso, un 43% pensaban que lo tenían (un sesgo en la percepción que los chicos no mostraban)
(gráfico)
El prejuicio contra las personas con sobrepeso también parece que puede tener un impacto, además del conocido de acoso y desprecio. De hecho, el 2012, International Journal of Obesity publicó un artículo en el que se evaluava el impacto para las mujeres en su progreso profesional por el hecho de tener sobrepeso y se evidenciaba una fuerte discriminación contra la obesidad en todos los criterios de selección laboral: en el salario, en el potencial de liderazgo y en la probabilidad de seleccionar una candidata obesa para el puesto de trabajo.
Pero no hace falta ir tan lejos para comprobar la importancia del aspecto físico en varios ámbitos de visibilidad. La siguiente infografía muestra como la edad premia los hombres pero penaliza a las mujeres a la hora de ser tertulianas en el sistema comunicativo catalán.
(infografía)
La gordofobia y la tendencia general de la presión estética es el producto perfecto de la sinergia entre el capitalismo postindustrial y el sistema sexo/género. Estando el poder económico y social en manos de los hombres, la propia belleza --y la provisión del placer masculino-- como un camino hacia el bienestar material y social es, desde antiguo, un mandato de género para las mujeres. En el caso de las mujeres occidentales contemporáneas, la obsesión por la delgadez está relacionada con la juventud, haciendo de la belleza un símbolo de la sumisión. La mirada crítica de Fatima Mernissi fue la que nos hizo darnos cuenta de ello. Argumentó que el haren de las mujeres occidentales es la talla 38, afirmando que "a diferencia del hombre musulmán, que establece su dominación a través del uso del espacio --excluyendo la mujer de la arena pública-- el hombre occidental manipula el tiempo y la luz". Afirma que una mujeres es bella sólo cuando aparenta catorce años (en el haren de Occidente).
En plena sociedad de consumo y de la imagen, no obstante, esta dinámica parece que ya no está reservada a las mujeres. Siempre hay una versión mejor de un/o mismo/a que no podemos alcancar y que nos impulsa a consumir para autotransformarnos. Y ahora, la mirada que marca lo que es deseable ya no es sólo masculina, sinó que es la mirada creada por el mismo mercado, en un momento de hipervisibilidad, en buena medida gracias a las redes sociales. La cultura popular del éxito entendido como la capacidad de convertirnos en lo que querríamos ser (y que toma forma desde la autoayuda, las dietas, la cirugía o en Instagram) es profundamente conservadora. Cuanto más nos centremos en transformarnos a nosotros mismos para adaptarnos a la sociedad, menos aspiramos a transformar la sociedad misma (y por supuesto la economía). Por eso la gordofobia es tan útil para el capitalismo. En el corto plazo, la obtención del cuerpo ideal es un sector económico tremendamente provechoso.Los anuncios de belleza se situan en tercer lugar por volumen de facturación, con más de 500 millones de euros, tal y como apuntaba la campaña El cuerpo de las mujeres, un negocio en la publicidad, de CCOO, y el de las dietas "milagro" que generan unos 2.000 millones de euros cada año en España, concentrados en su mayor parte en verano, tal como apuntaba un artículo del año pasado en elDiario.es. Un estudio realizado el 2016 por la ONG Setem permitía tomar la medida del uso de productos y tratamientos estéticos y mostraba las pronunciadadas diferencias de género.
(gráfico)
Banalizar o minimizar la gordofobia y la cultura de la imagen, sacarla de la arena política, nos impide ser ciudadanos y ciudadanas críticas con el mismo sistema. ¿En qué momento podemos decir que se están vulnerando los derechos de las personas "gordas"? ¿Cuándo podemos afirmar que se está impidiendo nuestro desarrollo libre como seres humanos --sociales-- en pro del beneficio económico? ¿Cuándo se están legitimando las situaciones de violencia entre individuos? Hasta que no metamos la "gordofobia" en la agenda no podremos establecer cuándo los derechos individuales y colectivos colisionan con los intereses económicos.
Afortunadamente, desde hace tiempo se han levantado unas cuantas voces de denuncia contra la "gordofobia" que rige gran parte de nuestras vidas. Estas iniciativas nacen en gran medida de la misma experiencia del que la sufre, de compartir vivencias y de comprobar que, como dicen las feministas, "lo personal es político". Estas iniciativas parten, a grandes rasgos, de dos enfoques: uno es "adaptativo" con el sistema: argumenta que "las gordas también somos guapas", y por ejemplo podemos encontrar la web WeLoversize. Conceptos como "gordibuena", "fofisana", "body positiva", "curvy", responden a este enfoque de la intención de visibilizar y poner de manifesto aspectos
. Conceptos como "gordibuena", "fofisana", "body positiva", "curvy", responden a este enfoque de la intención de visibilizar y poner de manifesto aspectos que se niegan a las personas obesas (buenas, sanas, positivas..) Estas estratégias, legítimas y más que comprensibles, son un arma de doble filo, porque empoderan y visibilizan la diversidad de cuerpos, pero el mensaje de fondo, de raíz, sigue siendo el mismo: has de ser guapa y has de gustar a los ojos de los otros (hombres). Amplían el concepto y la horquilla de lo que es bello siempre que haya un consumo detrás.
El segundo enfoque, podemos decir que es transformador del sistema. Argumenta que "la gordura es un aspecto dentro de una lógica con la que queremos romper" (un ejemplo es la campaña y la web StopGordofobia. Son iniciativas que, contrariamente, construyen un análisis y una respuesta, en clave de opresión patriarcal y capitalista, y quedan más invisibilizadas, ya que el mercado no se puede beneficiar ni apoderar de ellas. Estas estrategias, aunque a nivel teórico pueden parecer excluyentes, en la práctica pueden ser vividas de forma complementaria, ya que a pesar de ser conscientes del argumentario político y de que el problema es el sistema, seguimos viviendo en una sociedad de la que necesitamos "aprobación".
No llegamos a tiempo para eliminar de cara a este verano la "gordofobia" de la sociedad, ni para transformar de raíz el sistema patriarcal ni capitalista, pero seguramente sí para recordar que si nos miramos al espejo y pensamos "ay, esto no me gusta", "ay, debería perder unos kilos", no se trata de un pensamiento azaroso o neutro. Y que el problema nos lo trasladan a nosotros, pero no es nuestro. Así, pues, recuerden, --una vez más, gracias a las redes sociales-- que para ir a la playa sólo hacen fata dos cosas: 1) tener un cuerpo y 2) ir a la playa.
#21:
#19 Gracias por confirmar lo que dice el artículo. Entre otras cosas, porque no está hablando de la gordura como problema (eso daría para otro debate), sino de la percepción, la valoración y los juicios que se hacen a partir de ella.
#23:
#22 ¿Yo? No pretendo nada... Me he limitado a menear un artículo que me aporta una reflexión interesante. El que está evaluando la gente por su estética eres tú Justo lo que dice el meneo.
Una sociedad obsesionada con las mujeres delgadas no está obsesionada con su belleza, sino con su obediencia (Naomi Wolf)
Llega el buen tiempo y con él un alud de publicidad y un clima emocional colectivo de autoboicot: la gordofobia, una constante en nuestra sociedad de consumo, s'exacerba en esta época del año. Los mensajes que recibimos sobre cómo tendria que ser nuestro cuerpo y qué podemos hacer para conseguirlo se intensifican con el aumento del calor y la disminución de capas de ropa.
La gordofobia hace referencia al rechazo, consciente o inconsciente, a las personas con sobrepeso y también es una expresión del precio que nuestra sociedad hace pagar a todas aquellas personas que no responden al modelo de belleza impuesto. El término no tiene todavía el reconocimiento científico, ni está normalizado desde un punto de vista lingüístico (ni en catalán ni en castellano), y proviene de la importación de los estudios norteamericanos sobre la fatphobia iniciados en los años noventa. A pesar de que lingüísticamente lo que sería correcto al traducir gordofobia al catalán seria "obesofobia", las autoras hemos preferido mantener el concepto gordofobia a lo largo del artículo por considerar que las connotaciones entre el término "gorda" y "obesa" no son las mismas (por ejemplo, nadie insulta ni deslegitima diciendo "eres obesa", pero si que se hace con "eres gorda".
En nuestro contexto sabemos poco sobre el alcance y el impacto de la gordofobia. Pero a pesar de la falta de información científica de que disponemos, sí que sabemos, desde la experiencia compartida, que el aspecto físico --i concretamente el hecho de ser una persona considerada gorda, influye en la vida, sobretodo de las mujeres.
La gordofobia se fundamenta en un estereotipo: el de las personas con sobrepeso. Es común asociarlas, de forma casi automática, con una serie de características usualmente negativas. Las personas gordas son pasivas, perezosas, descuidadas, con hábitos poco saludables. De hecho, la misma palabra "gorda" ya no es un término neutro en nuestra sociedad, sinó que se utiliza como insulto y para desligitimar al sujeto. En la ficción, las personas gordas a veces son personajes entrañables, risibles, pero nunca seres completos con todo el abanico de inquietudes y deseables. La característica del paper de la "gorda" en la ficción es el de ser GORDA. Más allá de la ficción, las mujeres tienden a no tener presencia en el espacio públic, pero las mujeres que no cumplen con los cánones de belleza todavía son más invisibilizadas. En la no ficción (en la información, como líderes económicos, sociales o políticas) las mujeres con sobrepeso son, prácticamente invisibles.
El estereotipo funciona de una manera doble: en primer lugar como un mecanismo de exclusión social y estigmatización de un determinado colectivo y, en segundo lugar, estableciendo un horizonte de deseabilidad: el peso y el cuerpo ideal, a menudo relacionados con un cuerpo "saludable". Esta concepción de la salud es falsa y reduccionista; falsa porque tal como apunta y recoge la edoctora Elisabet Tasa, el peso no afecta negativamente en algunas enfermedades (incluso, en algunos casos es un factor para disminuir el riesgo); y reduccionista porque concibe la "salud" como algo únicamente físico, sin tener en cuenta el efecto que en la salud y el bienestar global/mental tiene sentirse discriminado o inferior.
El mito de la belleza ha funcionado como una burbuja que no ha parado de crecer desde los años setenta. Las fronteras de la normalidad, la gordura y el cuerpo ideal no tienen nada que ver con el bienestar de la persona, sino con una jerarquización social. Realizan una función disciplinaria: nos hace querer lo que no hubiésemos aceptado como una imposición. Así, los límites de lo que consideramos obeso o peso ideal son móviles en el tiempo y en función de los segmentos sociales. De hecho, Naomi Wolf lo denominó "El mito de la belleza" y ya el 1990 afirmó la existencia de una economia política de la belleza: un mito regulador que se ha ido endureciendo en Occidente con la liberación de las mujeres de los años sesenta y los setenta. Wolf afirmaba que en los 90 las modelos eran un 23% más delgadas que la mayoría de las mujeres, y que entre el 1966 y el 1969 el porcentaje de alumnas que se consideraban "gordas" saltó del 50% al 80%. Hoy, el ideal de belleza está fuera del alcance incluso de las modelos y de las actrices, gracias a las nuevas tecnologías de la imagen (aquí podemos ver el testimonio de Imma Cuesta al respecto). Se trata de una burbuja de belleza que, por fortuna para los grandes sectores económicos interesados, quizás no estalle nunca.
¿Con qué exito este discurso cala en la sociedad? El horizonte de ser deseable cala desde bien jóvenes y de manera diferente en mujeres que en hombres. El 2014 más de la mitad de las chicas de entre 17 y 18 años consideraban que tenían que perder peso en España, mientras que en el caso de los chicos sólo lo creían un 10,7%. Un dato similar al que, según la prensa, publicó un estudio de la OMS, que afirmaba que, si bien el 20% de las mujeres de 15 años tenían sobrepeso, un 43% pensaban que lo tenían (un sesgo en la percepción que los chicos no mostraban)
(gráfico)
El prejuicio contra las personas con sobrepeso también parece que puede tener un impacto, además del conocido de acoso y desprecio. De hecho, el 2012, International Journal of Obesity publicó un artículo en el que se evaluava el impacto para las mujeres en su progreso profesional por el hecho de tener sobrepeso y se evidenciaba una fuerte discriminación contra la obesidad en todos los criterios de selección laboral: en el salario, en el potencial de liderazgo y en la probabilidad de seleccionar una candidata obesa para el puesto de trabajo.
Pero no hace falta ir tan lejos para comprobar la importancia del aspecto físico en varios ámbitos de visibilidad. La siguiente infografía muestra como la edad premia los hombres pero penaliza a las mujeres a la hora de ser tertulianas en el sistema comunicativo catalán.
(infografía)
La gordofobia y la tendencia general de la presión estética es el producto perfecto de la sinergia entre el capitalismo postindustrial y el sistema sexo/género. Estando el poder económico y social en manos de los hombres, la propia belleza --y la provisión del placer masculino-- como un camino hacia el bienestar material y social es, desde antiguo, un mandato de género para las mujeres. En el caso de las mujeres occidentales contemporáneas, la obsesión por la delgadez está relacionada con la juventud, haciendo de la belleza un símbolo de la sumisión. La mirada crítica de Fatima Mernissi fue la que nos hizo darnos cuenta de ello. Argumentó que el haren de las mujeres occidentales es la talla 38, afirmando que "a diferencia del hombre musulmán, que establece su dominación a través del uso del espacio --excluyendo la mujer de la arena pública-- el hombre occidental manipula el tiempo y la luz". Afirma que una mujeres es bella sólo cuando aparenta catorce años (en el haren de Occidente).
En plena sociedad de consumo y de la imagen, no obstante, esta dinámica parece que ya no está reservada a las mujeres. Siempre hay una versión mejor de un/o mismo/a que no podemos alcancar y que nos impulsa a consumir para autotransformarnos. Y ahora, la mirada que marca lo que es deseable ya no es sólo masculina, sinó que es la mirada creada por el mismo mercado, en un momento de hipervisibilidad, en buena medida gracias a las redes sociales. La cultura popular del éxito entendido como la capacidad de convertirnos en lo que querríamos ser (y que toma forma desde la autoayuda, las dietas, la cirugía o en Instagram) es profundamente conservadora. Cuanto más nos centremos en transformarnos a nosotros mismos para adaptarnos a la sociedad, menos aspiramos a transformar la sociedad misma (y por supuesto la economía). Por eso la gordofobia es tan útil para el capitalismo. En el corto plazo, la obtención del cuerpo ideal es un sector económico tremendamente provechoso.Los anuncios de belleza se situan en tercer lugar por volumen de facturación, con más de 500 millones de euros, tal y como apuntaba la campaña El cuerpo de las mujeres, un negocio en la publicidad, de CCOO, y el de las dietas "milagro" que generan unos 2.000 millones de euros cada año en España, concentrados en su mayor parte en verano, tal como apuntaba un artículo del año pasado en elDiario.es. Un estudio realizado el 2016 por la ONG Setem permitía tomar la medida del uso de productos y tratamientos estéticos y mostraba las pronunciadadas diferencias de género.
(gráfico)
Banalizar o minimizar la gordofobia y la cultura de la imagen, sacarla de la arena política, nos impide ser ciudadanos y ciudadanas críticas con el mismo sistema. ¿En qué momento podemos decir que se están vulnerando los derechos de las personas "gordas"? ¿Cuándo podemos afirmar que se está impidiendo nuestro desarrollo libre como seres humanos --sociales-- en pro del beneficio económico? ¿Cuándo se están legitimando las situaciones de violencia entre individuos? Hasta que no metamos la "gordofobia" en la agenda no podremos establecer cuándo los derechos individuales y colectivos colisionan con los intereses económicos.
Afortunadamente, desde hace tiempo se han levantado unas cuantas voces de denuncia contra la "gordofobia" que rige gran parte de nuestras vidas. Estas iniciativas nacen en gran medida de la misma experiencia del que la sufre, de compartir vivencias y de comprobar que, como dicen las feministas, "lo personal es político". Estas iniciativas parten, a grandes rasgos, de dos enfoques: uno es "adaptativo" con el sistema: argumenta que "las gordas también somos guapas", y por ejemplo podemos encontrar la web WeLoversize. Conceptos como "gordibuena", "fofisana", "body positiva", "curvy", responden a este enfoque de la intención de visibilizar y poner de manifesto aspectos
. Conceptos como "gordibuena", "fofisana", "body positiva", "curvy", responden a este enfoque de la intención de visibilizar y poner de manifesto aspectos que se niegan a las personas obesas (buenas, sanas, positivas..) Estas estratégias, legítimas y más que comprensibles, son un arma de doble filo, porque empoderan y visibilizan la diversidad de cuerpos, pero el mensaje de fondo, de raíz, sigue siendo el mismo: has de ser guapa y has de gustar a los ojos de los otros (hombres). Amplían el concepto y la horquilla de lo que es bello siempre que haya un consumo detrás.
El segundo enfoque, podemos decir que es transformador del sistema. Argumenta que "la gordura es un aspecto dentro de una lógica con la que queremos romper" (un ejemplo es la campaña y la web StopGordofobia. Son iniciativas que, contrariamente, construyen un análisis y una respuesta, en clave de opresión patriarcal y capitalista, y quedan más invisibilizadas, ya que el mercado no se puede beneficiar ni apoderar de ellas. Estas estrategias, aunque a nivel teórico pueden parecer excluyentes, en la práctica pueden ser vividas de forma complementaria, ya que a pesar de ser conscientes del argumentario político y de que el problema es el sistema, seguimos viviendo en una sociedad de la que necesitamos "aprobación".
No llegamos a tiempo para eliminar de cara a este verano la "gordofobia" de la sociedad, ni para transformar de raíz el sistema patriarcal ni capitalista, pero seguramente sí para recordar que si nos miramos al espejo y pensamos "ay, esto no me gusta", "ay, debería perder unos kilos", no se trata de un pensamiento azaroso o neutro. Y que el problema nos lo trasladan a nosotros, pero no es nuestro. Así, pues, recuerden, --una vez más, gracias a las redes sociales-- que para ir a la playa sólo hacen fata dos cosas: 1) tener un cuerpo y 2) ir a la playa.
#19 Gracias por confirmar lo que dice el artículo. Entre otras cosas, porque no está hablando de la gordura como problema (eso daría para otro debate), sino de la percepción, la valoración y los juicios que se hacen a partir de ella.
#22 ¿Yo? No pretendo nada... Me he limitado a menear un artículo que me aporta una reflexión interesante. El que está evaluando la gente por su estética eres tú Justo lo que dice el meneo.
#21 Pero es que, cuestiones estéticas al margen, es normal que se asocie la obesidad con dererminadas cualidades negativas como la falta de hábitos saludables, básicamente porque se ajusta a la realidad.
Estar obeso no es sano, ni es una cualidad positiva. Es una enfermedad, en la mayoría de casos consecuencia de unos hábitos poco saludables.
Llamar fobia a eso y hacer campañas tratando de asociar obesidad a cualidades positivas, dando a entender incluso que es sinónimo de estar sano o de ser feliz, me parece una estupidez y un engaño, pero bueno.
Y lo de la opresión patriarcal tampoco lo acabo de ver. Las consecuencias negativas a nivel social de estar gordo las sufren tanto hombres cómo mujeres.
#27 pues ten cuidado si lo tomas con leche, a ver de qué tipo es la que le echan, no vaya a ser que sin saberlo tengas alguna de esas numerosas enfermedades que provocan sobrepeso aunque sólo comas hojitas de lechuga y tengas una voluntad de hierro.
#4 es la hostia. El otro día en una conversación Un amigo mío dice que le gustan las mujeres rellenitas. Yo dije que pregería delgadas. Bueno la que se armó.
#10 Es que sentirse sexualmente atraído por personas con un peso saludable es de lo peor, deberían atraerte las personas con obesidad mórbida para ser tope tolerante.
#10 Y lo peor son los cientos de memes, carteles y derivados en internet en plan comparacion...entre delgadas y mujeres con curvas, en plan "las mujeres de verdad tienen curvas" o "hay donde agarrar" o "así soy mas feliz"
Josputa ...se quejan de gordofobia mientras menosprecian y atacan a las delgadas.
Y si , hay gente con cuerpos asi...perfectamente sanos y no por ello deben aguantar ese tipo de humillaciones.
No menosprecies a los demás para estar agosto con tu cuerpo
" Estando el poder económico y social en manos de los hombres, la propia belleza --y la provisión del placer masculino-- como un camino hacia el bienestar material y social es, desde antiguo, un mandato de género para las mujeres." -> Podria haber sido un buen articulo si hubiera hablado de la gordofobia en los dos sexos.
#5 Es que sí que habla de los hombres. Pero señala el sesgo mucho más pronunciado de tiranía del tema hacia las mujeres.
También se podría hablar de la gente excesivamente delgada, que también sufre. O de los que tienen enfermedades cutáneas. Aquí señala y analiza un problema muy concreto, sin por ello menospreciar otros.
Yo creo que esto es para que las gordas se puedan follar a chulazos...
Pero Dios libre a los gordacos de pensar que algún día se follarán a un pivonazo.
Y los calvos, con poco musculo?
Claro, eso no afecta a las féminas así que no hay opresión.
Esto es un país libre, nadie te pone una pistola en la cabeza, ni te obligan a estar delgad@. Si quieres maquillarte, ir a la moda, adelgazar o ponerte tetas y rabo en el mismo dia, es tu problema.
Comentarios
Traducción (artesanal), disculpad errores tipográficos
Una sociedad obsesionada con las mujeres delgadas no está obsesionada con su belleza, sino con su obediencia (Naomi Wolf)
Llega el buen tiempo y con él un alud de publicidad y un clima emocional colectivo de autoboicot: la gordofobia, una constante en nuestra sociedad de consumo, s'exacerba en esta época del año. Los mensajes que recibimos sobre cómo tendria que ser nuestro cuerpo y qué podemos hacer para conseguirlo se intensifican con el aumento del calor y la disminución de capas de ropa.
La gordofobia hace referencia al rechazo, consciente o inconsciente, a las personas con sobrepeso y también es una expresión del precio que nuestra sociedad hace pagar a todas aquellas personas que no responden al modelo de belleza impuesto. El término no tiene todavía el reconocimiento científico, ni está normalizado desde un punto de vista lingüístico (ni en catalán ni en castellano), y proviene de la importación de los estudios norteamericanos sobre la fatphobia iniciados en los años noventa. A pesar de que lingüísticamente lo que sería correcto al traducir gordofobia al catalán seria "obesofobia", las autoras hemos preferido mantener el concepto gordofobia a lo largo del artículo por considerar que las connotaciones entre el término "gorda" y "obesa" no son las mismas (por ejemplo, nadie insulta ni deslegitima diciendo "eres obesa", pero si que se hace con "eres gorda".
En nuestro contexto sabemos poco sobre el alcance y el impacto de la gordofobia. Pero a pesar de la falta de información científica de que disponemos, sí que sabemos, desde la experiencia compartida, que el aspecto físico --i concretamente el hecho de ser una persona considerada gorda, influye en la vida, sobretodo de las mujeres.
La gordofobia se fundamenta en un estereotipo: el de las personas con sobrepeso. Es común asociarlas, de forma casi automática, con una serie de características usualmente negativas. Las personas gordas son pasivas, perezosas, descuidadas, con hábitos poco saludables. De hecho, la misma palabra "gorda" ya no es un término neutro en nuestra sociedad, sinó que se utiliza como insulto y para desligitimar al sujeto. En la ficción, las personas gordas a veces son personajes entrañables, risibles, pero nunca seres completos con todo el abanico de inquietudes y deseables. La característica del paper de la "gorda" en la ficción es el de ser GORDA. Más allá de la ficción, las mujeres tienden a no tener presencia en el espacio públic, pero las mujeres que no cumplen con los cánones de belleza todavía son más invisibilizadas. En la no ficción (en la información, como líderes económicos, sociales o políticas) las mujeres con sobrepeso son, prácticamente invisibles.
El estereotipo funciona de una manera doble: en primer lugar como un mecanismo de exclusión social y estigmatización de un determinado colectivo y, en segundo lugar, estableciendo un horizonte de deseabilidad: el peso y el cuerpo ideal, a menudo relacionados con un cuerpo "saludable". Esta concepción de la salud es falsa y reduccionista; falsa porque tal como apunta y recoge la edoctora Elisabet Tasa, el peso no afecta negativamente en algunas enfermedades (incluso, en algunos casos es un factor para disminuir el riesgo); y reduccionista porque concibe la "salud" como algo únicamente físico, sin tener en cuenta el efecto que en la salud y el bienestar global/mental tiene sentirse discriminado o inferior.
El mito de la belleza ha funcionado como una burbuja que no ha parado de crecer desde los años setenta. Las fronteras de la normalidad, la gordura y el cuerpo ideal no tienen nada que ver con el bienestar de la persona, sino con una jerarquización social. Realizan una función disciplinaria: nos hace querer lo que no hubiésemos aceptado como una imposición. Así, los límites de lo que consideramos obeso o peso ideal son móviles en el tiempo y en función de los segmentos sociales. De hecho, Naomi Wolf lo denominó "El mito de la belleza" y ya el 1990 afirmó la existencia de una economia política de la belleza: un mito regulador que se ha ido endureciendo en Occidente con la liberación de las mujeres de los años sesenta y los setenta. Wolf afirmaba que en los 90 las modelos eran un 23% más delgadas que la mayoría de las mujeres, y que entre el 1966 y el 1969 el porcentaje de alumnas que se consideraban "gordas" saltó del 50% al 80%. Hoy, el ideal de belleza está fuera del alcance incluso de las modelos y de las actrices, gracias a las nuevas tecnologías de la imagen (aquí podemos ver el testimonio de Imma Cuesta al respecto). Se trata de una burbuja de belleza que, por fortuna para los grandes sectores económicos interesados, quizás no estalle nunca.
¿Con qué exito este discurso cala en la sociedad? El horizonte de ser deseable cala desde bien jóvenes y de manera diferente en mujeres que en hombres. El 2014 más de la mitad de las chicas de entre 17 y 18 años consideraban que tenían que perder peso en España, mientras que en el caso de los chicos sólo lo creían un 10,7%. Un dato similar al que, según la prensa, publicó un estudio de la OMS, que afirmaba que, si bien el 20% de las mujeres de 15 años tenían sobrepeso, un 43% pensaban que lo tenían (un sesgo en la percepción que los chicos no mostraban)
(gráfico)
El prejuicio contra las personas con sobrepeso también parece que puede tener un impacto, además del conocido de acoso y desprecio. De hecho, el 2012, International Journal of Obesity publicó un artículo en el que se evaluava el impacto para las mujeres en su progreso profesional por el hecho de tener sobrepeso y se evidenciaba una fuerte discriminación contra la obesidad en todos los criterios de selección laboral: en el salario, en el potencial de liderazgo y en la probabilidad de seleccionar una candidata obesa para el puesto de trabajo.
Pero no hace falta ir tan lejos para comprobar la importancia del aspecto físico en varios ámbitos de visibilidad. La siguiente infografía muestra como la edad premia los hombres pero penaliza a las mujeres a la hora de ser tertulianas en el sistema comunicativo catalán.
(infografía)
La gordofobia y la tendencia general de la presión estética es el producto perfecto de la sinergia entre el capitalismo postindustrial y el sistema sexo/género. Estando el poder económico y social en manos de los hombres, la propia belleza --y la provisión del placer masculino-- como un camino hacia el bienestar material y social es, desde antiguo, un mandato de género para las mujeres. En el caso de las mujeres occidentales contemporáneas, la obsesión por la delgadez está relacionada con la juventud, haciendo de la belleza un símbolo de la sumisión. La mirada crítica de Fatima Mernissi fue la que nos hizo darnos cuenta de ello. Argumentó que el haren de las mujeres occidentales es la talla 38, afirmando que "a diferencia del hombre musulmán, que establece su dominación a través del uso del espacio --excluyendo la mujer de la arena pública-- el hombre occidental manipula el tiempo y la luz". Afirma que una mujeres es bella sólo cuando aparenta catorce años (en el haren de Occidente).
En plena sociedad de consumo y de la imagen, no obstante, esta dinámica parece que ya no está reservada a las mujeres. Siempre hay una versión mejor de un/o mismo/a que no podemos alcancar y que nos impulsa a consumir para autotransformarnos. Y ahora, la mirada que marca lo que es deseable ya no es sólo masculina, sinó que es la mirada creada por el mismo mercado, en un momento de hipervisibilidad, en buena medida gracias a las redes sociales. La cultura popular del éxito entendido como la capacidad de convertirnos en lo que querríamos ser (y que toma forma desde la autoayuda, las dietas, la cirugía o en Instagram) es profundamente conservadora. Cuanto más nos centremos en transformarnos a nosotros mismos para adaptarnos a la sociedad, menos aspiramos a transformar la sociedad misma (y por supuesto la economía). Por eso la gordofobia es tan útil para el capitalismo. En el corto plazo, la obtención del cuerpo ideal es un sector económico tremendamente provechoso.Los anuncios de belleza se situan en tercer lugar por volumen de facturación, con más de 500 millones de euros, tal y como apuntaba la campaña El cuerpo de las mujeres, un negocio en la publicidad, de CCOO, y el de las dietas "milagro" que generan unos 2.000 millones de euros cada año en España, concentrados en su mayor parte en verano, tal como apuntaba un artículo del año pasado en elDiario.es. Un estudio realizado el 2016 por la ONG Setem permitía tomar la medida del uso de productos y tratamientos estéticos y mostraba las pronunciadadas diferencias de género.
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Banalizar o minimizar la gordofobia y la cultura de la imagen, sacarla de la arena política, nos impide ser ciudadanos y ciudadanas críticas con el mismo sistema. ¿En qué momento podemos decir que se están vulnerando los derechos de las personas "gordas"? ¿Cuándo podemos afirmar que se está impidiendo nuestro desarrollo libre como seres humanos --sociales-- en pro del beneficio económico? ¿Cuándo se están legitimando las situaciones de violencia entre individuos? Hasta que no metamos la "gordofobia" en la agenda no podremos establecer cuándo los derechos individuales y colectivos colisionan con los intereses económicos.
Afortunadamente, desde hace tiempo se han levantado unas cuantas voces de denuncia contra la "gordofobia" que rige gran parte de nuestras vidas. Estas iniciativas nacen en gran medida de la misma experiencia del que la sufre, de compartir vivencias y de comprobar que, como dicen las feministas, "lo personal es político". Estas iniciativas parten, a grandes rasgos, de dos enfoques: uno es "adaptativo" con el sistema: argumenta que "las gordas también somos guapas", y por ejemplo podemos encontrar la web WeLoversize. Conceptos como "gordibuena", "fofisana", "body positiva", "curvy", responden a este enfoque de la intención de visibilizar y poner de manifesto aspectos
Continúa de #1 (perdón que se había cortado)
. Conceptos como "gordibuena", "fofisana", "body positiva", "curvy", responden a este enfoque de la intención de visibilizar y poner de manifesto aspectos que se niegan a las personas obesas (buenas, sanas, positivas..) Estas estratégias, legítimas y más que comprensibles, son un arma de doble filo, porque empoderan y visibilizan la diversidad de cuerpos, pero el mensaje de fondo, de raíz, sigue siendo el mismo: has de ser guapa y has de gustar a los ojos de los otros (hombres). Amplían el concepto y la horquilla de lo que es bello siempre que haya un consumo detrás.
El segundo enfoque, podemos decir que es transformador del sistema. Argumenta que "la gordura es un aspecto dentro de una lógica con la que queremos romper" (un ejemplo es la campaña y la web StopGordofobia. Son iniciativas que, contrariamente, construyen un análisis y una respuesta, en clave de opresión patriarcal y capitalista, y quedan más invisibilizadas, ya que el mercado no se puede beneficiar ni apoderar de ellas. Estas estrategias, aunque a nivel teórico pueden parecer excluyentes, en la práctica pueden ser vividas de forma complementaria, ya que a pesar de ser conscientes del argumentario político y de que el problema es el sistema, seguimos viviendo en una sociedad de la que necesitamos "aprobación".
No llegamos a tiempo para eliminar de cara a este verano la "gordofobia" de la sociedad, ni para transformar de raíz el sistema patriarcal ni capitalista, pero seguramente sí para recordar que si nos miramos al espejo y pensamos "ay, esto no me gusta", "ay, debería perder unos kilos", no se trata de un pensamiento azaroso o neutro. Y que el problema nos lo trasladan a nosotros, pero no es nuestro. Así, pues, recuerden, --una vez más, gracias a las redes sociales-- que para ir a la playa sólo hacen fata dos cosas: 1) tener un cuerpo y 2) ir a la playa.
#15 Y que el problema nos lo trasladan a nosotros, pero no es nuestro.
Claro que no, wapi. Si estás gorda es por culpa del patriarcado, no porque tengas la fuerza de voluntad de un koala.
#19 Gracias por confirmar lo que dice el artículo. Entre otras cosas, porque no está hablando de la gordura como problema (eso daría para otro debate), sino de la percepción, la valoración y los juicios que se hacen a partir de ella.
#21 ¿No pretenderás que siendo gordo/a tengas el mismo éxito en el mercado sexual y la misma validación externa, no?
#22 ¿Yo? No pretendo nada... Me he limitado a menear un artículo que me aporta una reflexión interesante. El que está evaluando la gente por su estética eres tú Justo lo que dice el meneo.
#23 Tú en cambio eres un ser de luz, seguro.
#24 No, sólo un usuario de MNM.
#24 Al contrario que tú, que de luces andas muy escaso, machote.
#21 Pero es que, cuestiones estéticas al margen, es normal que se asocie la obesidad con dererminadas cualidades negativas como la falta de hábitos saludables, básicamente porque se ajusta a la realidad.
Estar obeso no es sano, ni es una cualidad positiva. Es una enfermedad, en la mayoría de casos consecuencia de unos hábitos poco saludables.
Llamar fobia a eso y hacer campañas tratando de asociar obesidad a cualidades positivas, dando a entender incluso que es sinónimo de estar sano o de ser feliz, me parece una estupidez y un engaño, pero bueno.
Y lo de la opresión patriarcal tampoco lo acabo de ver. Las consecuencias negativas a nivel social de estar gordo las sufren tanto hombres cómo mujeres.
#19 felicidades, es uno de los comentarios más estúpidos que he leído en meneame, y no será por falta de dónde escoger.
#25 Y eso que no he ido aún a por el café.
#27 pues ten cuidado si lo tomas con leche, a ver de qué tipo es la que le echan, no vaya a ser que sin saberlo tengas alguna de esas numerosas enfermedades que provocan sobrepeso aunque sólo comas hojitas de lechuga y tengas una voluntad de hierro.
#28 Ta tó controlao, grasias.
Cambiad gordas por gordos y podéis limpiaros el culo con el artículo
#2 Y sin cambiar el sexo, también.
Las que están obsesionadas con las mujeres delgadas son las mujeres, no los hombres.
#4 es la hostia. El otro día en una conversación Un amigo mío dice que le gustan las mujeres rellenitas. Yo dije que pregería delgadas. Bueno la que se armó.
Machista, gordofobo, casi fascista me llaman.
#10 Es que sentirse sexualmente atraído por personas con un peso saludable es de lo peor, deberían atraerte las personas con obesidad mórbida para ser tope tolerante.
#10 Y lo peor son los cientos de memes, carteles y derivados en internet en plan comparacion...entre delgadas y mujeres con curvas, en plan "las mujeres de verdad tienen curvas" o "hay donde agarrar" o "así soy mas feliz"
Josputa ...se quejan de gordofobia mientras menosprecian y atacan a las delgadas.
Y si , hay gente con cuerpos asi...perfectamente sanos y no por ello deben aguantar ese tipo de humillaciones.
No menosprecies a los demás para estar agosto con tu cuerpo
Saludos
A mí lo que me aumenta al leer ciertos comentarios es la tontofobia.
Creo que están mezclando e hilando varios conceptos para llegar a una serie de conclusiones, tengan o no mucha relación.
Vamos, que no entran a profundizar si lo que dicen es cierto o no, lo asumen como que es así y punto.
Por ejemplo : las mujeres con sobrepeso son, prácticamente invisibles. cuando al constar de más volumen es más fácil verlas
#0 esperaba encontrarme un artículo que hablara de los gatos gordos y resulta que va de otra cosa
" Estando el poder económico y social en manos de los hombres, la propia belleza --y la provisión del placer masculino-- como un camino hacia el bienestar material y social es, desde antiguo, un mandato de género para las mujeres." -> Podria haber sido un buen articulo si hubiera hablado de la gordofobia en los dos sexos.
#5 Es que sí que habla de los hombres. Pero señala el sesgo mucho más pronunciado de tiranía del tema hacia las mujeres.
También se podría hablar de la gente excesivamente delgada, que también sufre. O de los que tienen enfermedades cutáneas. Aquí señala y analiza un problema muy concreto, sin por ello menospreciar otros.
#5 merkel, trump, kim jong un, maduro, etc.
Estoy seguro que un porcentaje alto de políticos y presidentes del mundo tienen sobrepeso.
#9 Hombre, después de cierta edad... Merkel tenia su punto de joven.
Si no odio ni temo a los gordos/gordas pero no quiero estarlo ¿soy gordófobo? No creo.
que te salgan llagas en los michelos es solo el precio de la felicidad
Yo creo que esto es para que las gordas se puedan follar a chulazos...
Pero Dios libre a los gordacos de pensar que algún día se follarán a un pivonazo.
Y los calvos, con poco musculo?
Claro, eso no afecta a las féminas así que no hay opresión.
Esto es un país libre, nadie te pone una pistola en la cabeza, ni te obligan a estar delgad@. Si quieres maquillarte, ir a la moda, adelgazar o ponerte tetas y rabo en el mismo dia, es tu problema.