Ahora en serio: lo que más nos sorprende del veredicto Michelin, portada en la mayoría de diarios, es que haya pasado realmente un año desde el veredicto anterior. Habríamos jurado que hacía apenas meses de la última vez que nos dieron la vara con los ascensos a tres estrellas, la consagración de El Bulli y los intervius a chefs que afirman que el crítico es un viajero anónimo, que come solo mientras escribe su diario personal en un bloc con la palabra Michelin en el membrete, totalmente indetectable entre la clientela.
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