'Puede haber una fase que es como la infancia: una religión movida por la necesidad, por la dependencia. A medida que el hombre crece y se emancipa, quiere liberarse de esta sumisión y ser libre, adulto, capaz de regularse por sí solo y de hacer sus propias elecciones de modo autónomo, pensando, incluso, que puede prescindir de Dios', dijo el Pontífice. 'Esta fase, por cierto, es delicada, puede conducir al ateísmo, pero también esto, no pocas veces, esconde la exigencia de descubrir la verdadera cara de Dios', añadió Ratzinger
|
etiquetas: ateísmo , dios