La decisión de la OTAN de bombardear el viernes pasado una aldea en Kunduz, en el norte de Afganistán, donde se encontraban dos camiones con combustible que habían sido robados por los talibán, se tomó en base a las imágenes enviadas por un avión y que no permitían identificar si eran insurgentes o civiles las personas que allí se encontraban, y a los datos ofrecidos por un único informante,que aseguró que eran milicianos, según informa hoy el 'Washington Post'.
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