La primera ola de construcciones nucleares en EEUU arrancó después de que las empresas constructoras firmaron unos primeros contratos a precios cerrados, unos precios que no tenían nada que ver con los costes reales, sino que estaban calculados para que el KWh nuclear saliese competitivo con las otras alternativas con que los comparaban. La industria utilizó la firma de estos primeros contratos-cebo por «demostrar» que la energía nuclear ya era competitiva y así enredar al resto de eléctricas.
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