En tiempos donde se intenta que los intereses particulares y corporativos (e incluso aquellos inconfesables) primen sobre los comunes, y en que se pretende que Internet es una anomalía a corregir (incluso aplicando anomalías legales), es interesante recordar reflexiones como esta: Proteger lo auténtico es comunicarlo, reconocerlo como tal. Lo que se pretende original, por el contrario, tiende a cerrarse para mantener su apariencia
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Nada es original, pero puede ser auténtico.