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#4:
#1 #3 La respuesta está en la Ínsula Barataria. El delirio era de Don Quijote, pero la avaricia del ignorante correspondía a Sancho Panza. Creo que este personaje representa mejor el caso de nuestros políticos que Don Quijote, que era un idealista, pero no un avaricioso. Aunque es posible que nuestros políticos tengan lo peor de cada uno.
Comentarios
Vamos a ver si las miserias las conocemos de sobra...y las sufrimos en nuestras propias carnes, lo triste es que han querido venderles la moto como si la corrupción no traspasara fronteras, nos tienen que abrir los ojos y nosotros seguimos ciegos.
#7 El Quijote es un libro donde queda muy bien reflejada la realidad más allá de un espacio temporal. Y se le puede muchos más personajes que D. quijote o Sancho Panza para hacer una comparación sobre rasgos "españoles". Yo veo más rasgos humanos que españoles en ese libro. También destacan el bachiller, el cura, el barbero, Gines de Pasamonte, y todos en general.
No entiendo lo de "sanchopancismo". Sancho Panza aporta cordura a los delirios del Alonso Quijano. Precisamente lo que les falta a más de uno.
#1 #3 La respuesta está en la Ínsula Barataria. El delirio era de Don Quijote, pero la avaricia del ignorante correspondía a Sancho Panza. Creo que este personaje representa mejor el caso de nuestros políticos que Don Quijote, que era un idealista, pero no un avaricioso. Aunque es posible que nuestros políticos tengan lo peor de cada uno.
#6 Me quedo con tú explicación en #4. Pero la palabra solo aporta confusión. El párrafo esta perfecto sin añadirle esa baratija. Quijotismo o sanchopancismo, mejor ninguno. O tal vez botellismo.
#3 Aportaba cordura, pero era más "mentecato" si cabe.
#0 #1 #3 El autor ha cambiado sanchopancismo por quijotismo por la queja de algún comentarista. Creo que lo ha dejado peor; el quijotismo es un idealismo utópico, que sólo conduce a la locura y a la frustración, pero no tiene nada que ver con el que se gasta en fiestas sin tener para comer.
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peperoarrepentido
#9 ¿Por qué dices eso?
Sancho Panza jamás se hubiera ido de fiesta teniendo hambre, en todo caso se habría comido a su jumento y le habría dado un tiento a Rocinante. Al que sí le gustaban las carreritas y estamparse contra molinos era a Don Quijote.