Un bulto bajo la pata trasera. Una protuberancia mínima, como una nuez, que yo toqué sin saber que estaba acariciando el principio del fin. Fue cáncer. Claro. Siempre es cáncer. En los cuentos modernos, el lobo ya no devora a la abuela: se mete en las células y las pudre desde dentro.
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