El enorme puente que atraviesa las Cataratas del Niágara, en la frontera entre Canadá y Estados Unidos, se convirtió en una pesadilla para Araceli y su familia. Ella y su pareja, salvadoreños en sus 30, cruzaron caminando el imponente Rainbow Bridge con sus dos hijas, de 4 y 14 años, el pasado 17 de marzo. Llegaron al control fronterizo de Canadá con una maleta y con los documentos que, creían, les aseguraban que pronto se reencontrarían con los hermanos de Araceli en territorio canadiense y que dejarían atrás el miedo a ser deportados de EE.UU
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