En un sótano de Berlín se sitúa una pequeña cámara de torturas. El aire en su interior que está herméticamente cerrado tras una puerta de de acero, contiene un 95% de dióxido de carbono, algo de nitrógeno, así como trazas de oxígeno y argón. La presión en su interior es de 1/170 veces la presión a nivel del mar en la Tierra, y su termostato esta ajustado a - 45ºC en otras palabras, las condiciones de una "agradable tarde marciana". Después de 22 días, entre el 80 y el 90% de los líquenes no sólo estaban vivos sino que se encontraban activos.
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