A úlcera y a queroseno. La voz de Ian “Lemmy” Kilmister (Stoke On Trent, 1945) va más allá de la cazalla y el aguardiente para sonar a quebranto, a leña de olivo, a feldespato en corrosión. Pero no, es inútil, no se puede poner en palabras. Lemmy es capaz de partir nueces con la voz, canta como un descosido y nuestra única seguridad es que jamás le vamos a oír un falsete porque esas simulaciones no son competencia de una de las personalidades más genuinas del rocanrol contemporáneo.
Comentarios
Lemmy es Dios.
#1 pero no tiene el espadón.
#2 Eso es lo que tú no sabes, jajajajaja. Por eso es dios.
Aparte de la voz única e inconfundible, no nos olvidemos de su peculiar estilo tocando el bajo y ese sonido personal que le saca al Rickenbacker.