El cristianismo ha fomentado durante miles de años el odio hacia los judios, con la acusación de ser el pueblo que mató al hijo de dios. Durante el exterminio masivo de judios (y otras minorías) durante la segunda guerra mundial, muchos católicos se mancharon las manos de sangre. En esta página de la fundación memoria del holocausto, aparecen algunos testimonios de quienes sufrieron estos ataques, así como testimonios de sacerdotes que reflexionan sobre aquellos sucesos.
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