Frank Oynhausen, el artífice de este dulce, que tiene el aliciente de ser biológico, asegura a Efe haber cumplido su primer objetivo, que es que «Jesucristo vuelva a estar en boca de todos» y sueña con que sus figuras «desplacen a Santa Claus» de los supermercados, que al fin y al cabo es «un invento norteamericano».
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