María Jesús Montero tiene que pedir disculpas y rectificar. O dimitir. Es incompatible con el Estado de derecho ser vicepresidenta del Gobierno y demoler uno de los principios fundamentales como es la presunción de inocencia. No sé qué es lo que pretendía en esa declaración mitinera y si quería dejar llevarse por una pulsión populista que buscase el favor de movimientos indignados por una resolución judicial.
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