Hubo que sustituir el ataúd solo tres años después porque no era adecuado para estar al aire libre. La funeraria se defendió alegando que no había sido informada de que el féretro no sería enterrado, sino expuesto al aire. Según la empresa, de haber conocido ese detalle, habría recomendado un ataúd diferente. Según los jueces el deber de asesorar no depende únicamente de la información que facilite el cliente, sino que exige una actitud activa por parte del profesional.
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Notese que el ataud fue comprado en otro país y posteriormente traslado a Portugal.
"En palabras del propio tribunal, la empresa debía “indagar en las necesidades del comprador para poder informarle sobre la idoneidad
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