Los videojuegos han dejado de ser solo entretenimiento para convertirse en espacios donde se plantean dilemas éticos, decisiones morales complejas y exploraciones filosóficas profundas. En muchos mundos virtuales, las acciones del jugador tienen consecuencias que permiten reflexionar sobre el bien, el mal, la libertad o la justicia. La intersección entre filosofía y videojuegos abre un campo fértil para repensar cómo interactuamos con lo digital y cómo eso moldea nuestra percepción del mundo real.
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