Cuando uno decide marcharse de un espacio hostil, lleva en la mochila muchas lecciones aprendidas. Como que ninguna red social es un espacio de debate y consenso válido o que no había nada más peligroso que someterse a la cultura de la inmediatez, en la que X se había convertido en un bastión. Pero la razón que más me influyó fue comprender que X me hacía peor persona. Más irascible, menos tolerante, más déspota.
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