A Pernille le gustan los hombres, le gusta el sexo, le gusta el dinero. Así que hace tres años decidió combinar sus tres pasiones: se hizo prostituta, adoptó el nom de guerre Lilje (azucena), al que luego añadiría el distintivo Deluxe, y comenzó a vender su cuerpo por los burdeles de Copenhague. Se ha convertido en la portavoz de las trabajadoras del sexo y reivindica a las que quieren dedicarse al oficio por gusto.
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