La imagen impacta a cualquiera. Familiares acompañando a ancianos y ancianas con movilidad reducida, cargados con maletas y bolsas de pañales. Buscan un taxi adaptado o van al parking a buscar su coche porque nadie les ha facilitado el traslado. Es lo primero que nos cuentan. Lo segundo es que supieron que la residencia Taber en la Gran Vía de Barcelona cerraba sus puertas definitivamente el 28 de febrero. El correo electrónico con el aviso era del 7 de febrero.
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