Y es que a mí, ver por ejemplo que un niñato grande como Alejandro Sanz juegue a luchar por algún derecho que no sea el de enriquecerse, y además se le siga entronando como lo que no es, me avergüenza. A mí, que cuatro giliprogres que algún día se las dieron de rojos y hoy tienen más dinero que el de que muchos no podríamos gastar ni en varias vidas, se erijan como supuestos defensores de la cultura, me provoca nauseas.  
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