Las letras hablan. Se habla del poder de la palabra, pero se cita poco el poder de la letra en sí misma. Quizá porqué es un elemento invisible, un elemento que penetra en nuestra conciencia sin que nos percatemos. Si una tipografía logra eso, es que es una buena tipografía. Cierto es que puede resultar un elemento de percepción subjetiva –como todo–, pero hemos de pensar que una tipografía es como el vestir: nos representa y proyecta la percepción que queremos dar al mundo.
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