En lugar de depender de planchas extraordinariamente resistentes o cargas reactivas, Iron Curtain detecta la proximidad de granadas propulsadas por gas con una precisión de 2,5 cm y las desactiva antes de impactar, gracias a un radar situado en el techo, que activa una serie de contramedidas explosivas en dirección al suelo. El resultado es que la cabeza del proyectil deflagra en lugar de estallar, llenando de arañazos la carrocería del vehículo, pero sin llegar a destruirlo.
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