Éste es el retrato robot del directivo perfecto: una persona dialogante, respetuosa con sus subordinados, con actitud positiva, voluntad de resolver problemas y, sobre todo, que confía en sus trabajadores. ¿Ve alguna de estas virtudes en sus superiores? Es cierto que el directivo no puede ser perfecto, pero al menos ahora tiene un decálogo para aspirar a serlo.
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