Hace un par de horas que ha amanecido y el sol ya da de pleno en la escarpada garganta de una sierra del Cantábrico. Empieza a hacer calor y agotados después de haber comido y jugado entre ellos, ha llegado la hora de la siesta. Un subadulto, que quizás sea uno de sus hermanos mayores nacidos el año pasado, duerme a su lado. La pareja dominante, después de una noche de caza seguramente esté cerca. Hace unos meses tuve la suerte de vivir uno de los momentos más emocionantes de mi vida.
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