Cuando, hace algún tiempo, advertí a mis alumnos de cuarto de Periodismo que en los exámenes suspendería a los que incurriesen en faltas de ortografía, un estudiante insolente me replicó que eso ya no era importante. “Para evitarlo – me respondió – está el corrector ortográfico de “Google”. Le repliqué que los aviones modernos llevan sistemas automáticos de navegación y no por eso los futuros pilotos podían graduarse sin saber manejar una brújula.  
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