Cuando Charlie Hopkins piensa en los tres años que pasó en una de las prisiones más famosas de Estados Unidos, lo que más recuerda es el "silencio sepulcral". En 1955, Hopkins fue enviado a Alcatraz, la famosa prisión en una isla frente a la costa de San Francisco, tras causar problemas en otras prisiones mientras cumplía una condena de 17 años por secuestro y robo. Al dormirse por la noche en su celda de la remota isla, el único sonido que se oía era el silbido de los barcos que pasaban, comentó. "Es un sonido solitario", dice Hopkins.
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"El único sonido que se oía era el silbido de los barcos que pasaban".
Ademas se aburia mucho.
Como en un gulag.