Las empresas y políticos que se reparten lo público son como las garrapatas. No matan directamente, pero pueden transmitir enfermedades que sí pueden ser mortales si no se tratan a tiempo, ya que una infección puede provocar daños permanentes en órganos vitales. Eso de la "colaboración público-privada", que tanto gusta a Ayuso, es el subterfugio preferido de los cínicos de la "libertad". Esta podredumbre es solo una más de las muchas que nos regala su sacrosanto capitalismo.
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