Reúnan a un grupo de voluntarios con un elevado sentido de la justicia, aplíquenles un campo magnético en el cerebro justo encima de la oreja derecha y verán cómo se transforman en personas con menos escrúpulos dispuestas a justificar actos hechos con mala intención. Es lo que ha hecho un equipo de neurocientíficos de Estados Unidos, en el que participa el catalán Joan Camprodon, afincado en Harvard, en un experimento que muestra cómo el cerebro humano está biológicamente programado para tener opiniones morales.
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