En un país con un régimen político comunista y acostumbrado a las grandes masas humanas y al trabajo en equipo se impone el individualismo al más puro estilo capitalista. El hijo único es, en muchos casos, también nieto único, vive sin primos ni tíos y recibe toda clase de atenciones. Los padres se vuelcan en su educación, no escatiman en gastos y no dudan en presionar a sus «pequeños emperadores» para que se conviertan en números uno en una sociedad en la que el capitalismo ha llegado para quedarse en el ámbito laboral.
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