Durante la segunda mitad del siglo 19, la ciudad de San Francisco tenía los fumaderos de opio más lujosos y la tasa más alta de adicción en Estados Unidos. Mientras tanto en Londres, se decía que Charles Dickens y otros autores literarios famosos también se ponían hasta las cejas. Si bien es cierto que el opio se vendía fácilmente sin receta en las farmacias, la reputación del Londres victoriano como centro de consumo de opio se basó en más en la ficción literaria que sobre la verdad histórica.
#6:
#0 anda copie una cosa sobre el tema hace unos días: "Nuestro guía nos llevó a visitar un fumadero de opio, lo que en el Este solemos llamar tabazies, el lugar donde los chinos encuentran respiro tras su duro trabajo diario, y el nostálgico occidental se abandona a la indulgencia de una adicción no más horrible que cualquier otra; pues debemos recordar que el opiómano sólo se daña a sí mismo, mientras que el hombre enloquecido por el licor se convierte en un peligro para su familia y para la sociedad entera". Miriam Leslie, California: A Pleasure Trip from Gotham to the Golden Gate (1877)
#10:
#4Disfrute de un ambiente relajado y exclusivo en el mejor fumadero de toda la costa mediterránea, Fuma D'or
#0 anda copie una cosa sobre el tema hace unos días: "Nuestro guía nos llevó a visitar un fumadero de opio, lo que en el Este solemos llamar tabazies, el lugar donde los chinos encuentran respiro tras su duro trabajo diario, y el nostálgico occidental se abandona a la indulgencia de una adicción no más horrible que cualquier otra; pues debemos recordar que el opiómano sólo se daña a sí mismo, mientras que el hombre enloquecido por el licor se convierte en un peligro para su familia y para la sociedad entera". Miriam Leslie, California: A Pleasure Trip from Gotham to the Golden Gate (1877)
#6 Curiosa descripción, lo que es un ejemplo perfecto de porque no hay que fiarse de los testimonios de los viajeros/turistas antiguos, visiones edulcoradas y tergiversadas que no miran más allá.
Pff en retrospectiva los fumaderos de opio destrozaban de mala manera la economía familiar. el hecho que cuando estuviera chutado no se moviera no significa que cuando tenía mono no hiciera lo que fuera para volver.
Las imágenes parecen un publirreportaje destinado a hacer que la gente se vaya a un fumadero de opio: gente disfrutando plácidamente, bellas mozas ligeras de ropa, hombres y mujeres compartiendo cama y placeres...
Onvre, para los piratones albionenses el opio fue un negocio redondo, no olvidemos que obligaron a los chinos a comprarles montones de toneladas que producían a bajo precio en la India colonial y (oh sorpresa!) Afganistán a cambio de té y otras mercaderías chinas mucho más valiosas, y lo impusieron guerras mediante en las que se hicieron con Hong Kong.
Resulta curioso pues que los mayores detractores de cara a la galería de las drogas como son los anglosajones impusieron en el pasado su tráfico cual narcoestado sudamericano, lo que son las cosas...
P. D. : por cierto aquí no nos quedábamos atrás en eso del consumo, recuerdo de hecho en una visita guiada al palacio Real de Madrid que Alfonso xii tenía una sala específica para fumar su opio y sus puros de cocaina
Ésta es una visión muy superficial. El meollo del opio fue la Compañía de las Indias Orientales que inundó China de opio producido en India y Camboya con la idea del chupa-chup x n millones de chinos. Funcionó. Consiguieron arruinar un imperio y conquistarlo con la apreciable ayuda del gobierno británico y la armada ídem. las pérdidas "locales" por adicción fueron irrelevantes. Hoy en día parece impensable que un gobierno envíe al ejército para defender los intereses de los narcos... bueno, ejem, algo hay.
#11 Otra versión, nada penosa, a diferencia de las bobadas de costumbre, en este excelente artículo.
«La fortuna de los contrabandistas europeos y las mafias chinas que hicieron del crimen organizado un poder en la sombra durante la dinastía Qing se originó en edictos imperiales que entre 1793 y 1796 prohíben además de la importación, toda la producción y comercio de opio en China.
A poco del edicto de 1796, los productores legales y su opio de menor concentración desaparecen y el emperador Jianqing inicia una “guerra a las drogas” con idénticas falacias, propaganda y desinformación que la actual.»
Frente a la ficción y al sensacionalismo de los folletines de la época (satirizado al principio del relato), lo que vio William Somerset Maugham en su visita a un fumadero chino.
EL ANTRO DEL OPIO
W. Somerset Maugham
El escenario resulta impresionante. Está vagamente iluminado. La habitación es miserable y de techo bajo. En un rincón arde misteriosamente una lámpara delante de una imagen espantosa y el incienso llena el teatro con su exótico olor. Un chino con coleta va de un sitio a otro con un aire indiferente y melancólico, mientras en sórdidos camastros yacen semi inconscientes las víctimas de la droga. De vez en cuando, alguna de éstas delira frenéticamente. Cuando entra algún infeliz que no puede pagar la satisfacción de su vicio, se produce una escena de gran dramatismo porque con plegarias y maldiciones implora del villano propietario una pipa que calme su angustia. También he leído en algunas novelas descripciones que me erizaron los cabellos. Y cuando me llevó a un antro de opio un eurasiano de hablar suave, la estrecha y tortuosa escalera que tuve que subir para llegar a él me preparó suficientemente para recibir la impresión que esperaba. Me hicieron pasar a una habitación bastante limpia, vivamente iluminada y dividida en cubículos, con una parte del suelo levantada y cubierta con una estera limpia que hacía las veces de diván. Sobre una de ellas un señor de edad madura, pelo gris y manos aristocráticas, leía tranquilamente un periódico con la larga pipa al lado. En otro, dos coolies estaban tumbados con la pipa entre ellos y la preparaban y fumaban alternativamente. Eran jóvenes de aspecto simpático y me sonrieron amistosamente. Uno de ellos me ofreció fumar una pipa. En el tercero, cuatro hombres sentados en cuclillas jugaban al ajedrez y, un poco más lejos un hombre mecía a un niño -el inescrutable oriental tiene pasión por los niños- mientras la madre de la criatura, que yo supuse sería la esposa del dueño, lo contemplaba con una sonrisa. Era un sitio alegre, cómodo, hogareño y agradable. En cierta forma me recordó las pequeñas e íntimas cervecerías de Berlín a donde acuden por las noches los cansados trabajadores para pasar tranquilamente una hora. Muchas veces la ficción no se ajusta a la realidad.
Comentarios
#0 anda copie una cosa sobre el tema hace unos días: "Nuestro guía nos llevó a visitar un fumadero de opio, lo que en el Este solemos llamar tabazies, el lugar donde los chinos encuentran respiro tras su duro trabajo diario, y el nostálgico occidental se abandona a la indulgencia de una adicción no más horrible que cualquier otra; pues debemos recordar que el opiómano sólo se daña a sí mismo, mientras que el hombre enloquecido por el licor se convierte en un peligro para su familia y para la sociedad entera". Miriam Leslie, California: A Pleasure Trip from Gotham to the Golden Gate (1877)
#6 Curiosa descripción, lo que es un ejemplo perfecto de porque no hay que fiarse de los testimonios de los viajeros/turistas antiguos, visiones edulcoradas y tergiversadas que no miran más allá.
Pff en retrospectiva los fumaderos de opio destrozaban de mala manera la economía familiar. el hecho que cuando estuviera chutado no se moviera no significa que cuando tenía mono no hiciera lo que fuera para volver.
#7 cierto, a mi lo que me llama la atención es que seguimos igual
It is a pity that instead of perfecting curative techniques, medicine does not try render opium harmless.
– Jean Cocteau, Opium
Las imágenes parecen un publirreportaje destinado a hacer que la gente se vaya a un fumadero de opio: gente disfrutando plácidamente, bellas mozas ligeras de ropa, hombres y mujeres compartiendo cama y placeres...
#4 Disfrute de un ambiente relajado y exclusivo en el mejor fumadero de toda la costa mediterránea, Fuma D'or
viendo las imágenes he recordado el final de 'Érase una vez en América’ (no hace falta decir que es un pedazo de spoiler ... o no tanto ).
Onvre, para los piratones albionenses el opio fue un negocio redondo, no olvidemos que obligaron a los chinos a comprarles montones de toneladas que producían a bajo precio en la India colonial y (oh sorpresa!) Afganistán a cambio de té y otras mercaderías chinas mucho más valiosas, y lo impusieron guerras mediante en las que se hicieron con Hong Kong.
Resulta curioso pues que los mayores detractores de cara a la galería de las drogas como son los anglosajones impusieron en el pasado su tráfico cual narcoestado sudamericano, lo que son las cosas...
P. D. : por cierto aquí no nos quedábamos atrás en eso del consumo, recuerdo de hecho en una visita guiada al palacio Real de Madrid que Alfonso xii tenía una sala específica para fumar su opio y sus puros de cocaina
Ésta es una visión muy superficial. El meollo del opio fue la Compañía de las Indias Orientales que inundó China de opio producido en India y Camboya con la idea del chupa-chup x n millones de chinos. Funcionó. Consiguieron arruinar un imperio y conquistarlo con la apreciable ayuda del gobierno británico y la armada ídem. las pérdidas "locales" por adicción fueron irrelevantes. Hoy en día parece impensable que un gobierno envíe al ejército para defender los intereses de los narcos... bueno, ejem, algo hay.
#11 Otra versión, nada penosa, a diferencia de las bobadas de costumbre, en este excelente artículo.
«La fortuna de los contrabandistas europeos y las mafias chinas que hicieron del crimen organizado un poder en la sombra durante la dinastía Qing se originó en edictos imperiales que entre 1793 y 1796 prohíben además de la importación, toda la producción y comercio de opio en China.
A poco del edicto de 1796, los productores legales y su opio de menor concentración desaparecen y el emperador Jianqing inicia una “guerra a las drogas” con idénticas falacias, propaganda y desinformación que la actual.»
http://es.panampost.com/guillermo-rodriguez/2016/08/22/guerra-drogas-fracasando/
Frente a la ficción y al sensacionalismo de los folletines de la época (satirizado al principio del relato), lo que vio William Somerset Maugham en su visita a un fumadero chino.
EL ANTRO DEL OPIO
W. Somerset Maugham
El escenario resulta impresionante. Está vagamente iluminado. La habitación es miserable y de techo bajo. En un rincón arde misteriosamente una lámpara delante de una imagen espantosa y el incienso llena el teatro con su exótico olor. Un chino con coleta va de un sitio a otro con un aire indiferente y melancólico, mientras en sórdidos camastros yacen semi inconscientes las víctimas de la droga. De vez en cuando, alguna de éstas delira frenéticamente. Cuando entra algún infeliz que no puede pagar la satisfacción de su vicio, se produce una escena de gran dramatismo porque con plegarias y maldiciones implora del villano propietario una pipa que calme su angustia. También he leído en algunas novelas descripciones que me erizaron los cabellos. Y cuando me llevó a un antro de opio un eurasiano de hablar suave, la estrecha y tortuosa escalera que tuve que subir para llegar a él me preparó suficientemente para recibir la impresión que esperaba. Me hicieron pasar a una habitación bastante limpia, vivamente iluminada y dividida en cubículos, con una parte del suelo levantada y cubierta con una estera limpia que hacía las veces de diván. Sobre una de ellas un señor de edad madura, pelo gris y manos aristocráticas, leía tranquilamente un periódico con la larga pipa al lado. En otro, dos coolies estaban tumbados con la pipa entre ellos y la preparaban y fumaban alternativamente. Eran jóvenes de aspecto simpático y me sonrieron amistosamente. Uno de ellos me ofreció fumar una pipa. En el tercero, cuatro hombres sentados en cuclillas jugaban al ajedrez y, un poco más lejos un hombre mecía a un niño -el inescrutable oriental tiene pasión por los niños- mientras la madre de la criatura, que yo supuse sería la esposa del dueño, lo contemplaba con una sonrisa. Era un sitio alegre, cómodo, hogareño y agradable. En cierta forma me recordó las pequeñas e íntimas cervecerías de Berlín a donde acuden por las noches los cansados trabajadores para pasar tranquilamente una hora. Muchas veces la ficción no se ajusta a la realidad.
#15 Gracias por tu interesante opinión.
mola mil! gracias #0 emekitus mekitus emkaituss su gran meneabilidad
lurkear internet cada vez + es el opio del pueblo
Joder, ¿conocéis algún local de estos?
Es para hacer un estudio técnico de las fumadoras de opio.
…elsoooterraaadooomuuuundodelooooooopio… 👻
#1 Sin ánimo derogatorio. Me ha hecho gracia —qué se le va a hacer. El artículo bien —su señora, también—, fotos chulas.
#2 Algunas, más que chulas