A lo largo del mes de julio la flota ha pescado bonito en cantidades aceptables, pero las faenas se han producido muy lejos de la costa -entre 300 y 400 millas al noroeste de La Coruña- y, metidos de lleno en el mes de agosto, los patrones empiezan a constatar que el pescado no se decide a entrar de lleno en el Cantábrico. La costera no iba mal, pero lleva camino de torcerse.
El bonito cría en el Mar de los Sargazos y, en sus primeros años de vida, emigra cada verano desde las Islas Azores hasta el Golfo de Vizcaya para regresar de nuevo al Atlántico tras un breve paso por las costas de Irlanda. La suya es una migración trófica. Viene al Cantábrico a engordar. Su 'comestina' principal es el bocartillo y la quisquilla. En ese momento, los barcos salen a buscarlo y lo persiguen cuando penetra en el Golfo de Vizcaya, donde permanece normalmente por espacio de varias semanas, hasta que comienza a desplazarse en dirección al Gran Sol. Ese fenómeno es lo que en términos pesqueros se denomina costera del bonito.
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La noticia tiene un párrafo muy didáctico:
El bonito cría en el Mar de los Sargazos y, en sus primeros años de vida, emigra cada verano desde las Islas Azores hasta el Golfo de Vizcaya para regresar de nuevo al Atlántico tras un breve paso por las costas de Irlanda. La suya es una migración trófica. Viene al Cantábrico a engordar. Su 'comestina' principal es el bocartillo y la quisquilla. En ese momento, los barcos salen a buscarlo y lo persiguen cuando penetra en el Golfo de Vizcaya, donde permanece normalmente por espacio de varias semanas, hasta que comienza a desplazarse en dirección al Gran Sol. Ese fenómeno es lo que en términos pesqueros se denomina costera del bonito.
El bonito no es tonto y sabe lo que le espera en el Cantábrico:convertirse en pintxo.