“Ha muy pocos años que en muchas poblaciones de importancia, celebrábanse, para solemnizar sus respectivas festividades, carreras de hombres metidos en sacos, de borricos, o de otra índole, tan ridículas como las apuntadas. Todavía tienen lugar en muchos puntos, pero la cultura y el buen gusto se imponen y aquellas van desapareciendo, dejando paso a diversiones que, como las carreras velocipédicas, merecen la aprobación de toda persona sensata por reunir, además de condiciones de moralidad, todos los atractivos de una fiesta culta [...]"