Ana Rosa no es más que una propagandista de quinta, torpe, balbuceante, un quiero y no puedo. A esta desaprensiva le gustaría ser Alsina, Herrera o Losantos, pero le faltan infinitas lecturas, locuacidad, tono vocal, ingenio para motejar y capacidad para hilar dos falacias seguidas. Su gran suerte es el bajísimo, prácticamente subterráneo, nivel intelectual, moral y cívico del público que Mediaset lleva décadas produciendo y que le sitúa detrás del televisor
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#83 Vaya vaya, así que ahora no ayudas a la familia a recoger los melocotones... que "alergia" más oportuna