Elixir de hierbas de anís, agua de colonia, quina o ungüentos crecepelo son elaborados aún por los hermanos de San Juan de Dios que regentan la Farmacia Vaticana, una de las mejor surtidas del mundo, y quienes desde 1874 son los enfermeros de los papas. No es tarea fácil acceder a la botica de la Santa Sede, los guardias suizos atajan la entrada a cualquier ciudadano no residente en el país más pequeño del mundo, al que se le exige portar una receta médica y un carné de identidad para comprar medicamentos en el corazón de la cristiandad.
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