La opción de recurrir a un familiar o amigo para obtener un órgano para un trasplante cobra cada vez más fuerza por dos motivos: la escasez de órganos de cadáver y la cada vez mayor edad de los donantes muertos. Sin embargo ese donante se enfrenta a problemas como que los días que esté convaleciente no le cuentan como baja laboral sino como enfermedad (lo que implica cobrar menos sueldo) o que luego es difícil que consiga un seguro de vida para cubrir la hipoteca.
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