Nadie duda que ‘El Hobbit’ vaya a ser el pelotazo cinematográfico de estas navidades. Y de las dos próximas, que al final es trilogía. La propiedad intelectual de Tolkien es una máquina de hacer dinero, y como fuente de riqueza, debe de ser protegida hasta el máximo. Hasta extremos quizá, algo ridículos.Tomemos por ejemplo la propia palabra ‘hobbit’. Aunque se atribuía su invención a Tolkien, parece que existía previamente.
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