Todos llevamos un yo interior que marca nuestro comportamiento, pero hay que saber controlarlo, ya que puede jugar malas pasadas.Desde la niñez vamos construyendo una identidad inventada, que a la larga será la causa de algunos conflictos personales. Ese falso yo recibe el nombre de ego. Una especie de segunda identidad que nos hace difícil saber quién somos en realidad y de dónde proceden nuestros problemas.  
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