Encontraron las huellas dactilares del asesino, su ADN y hasta las huellas de sus zapatillas. Y respecto a la fecha del crimen no hay duda tampoco. Para Andrés las doce campanadas que marcan el arranque de un nuevo año jamás volverán a ser motivo de alegría. Cuando vuelvan a sonar para recibir el 2020, él, con cada golpe de carrillón, se imaginará un puñetazo en el rostro de su padre. "Le hincharon a hostias sin necesidad", asegura Andrés entre la rabia y la pena. Ocurrió un día antes del pasado fin de año.
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