En el año 1957 James Vicary realizó unos "experimentos" en el que se intercalaban entre los fotogramas de una película una foto de una vaso de Coca-Cola que provocaban el deseo posterior de la compra del refresco. Como se supo más tarde, todo resulto ser un fraude. Ahora, científicos de la Universidad de Nijmegen en Holanda, tras el éxito alcanzado en ensayos previos de inducción subliminal, tratan de evaluar su efecto a largo plazo.
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