Fericgla recupera un experimento que ilustra el vértigo que produce hoy el simple hecho de parar. En ese estudio, se pidió a varios estudiantes que pasaran 15 minutos sentados, en silencio, sin ningún tipo de estímulo. Quienes no pudieran soportarlo podían apretar un pulsador, recibir una descarga eléctrica y entonces moverse o poner música. “¿Sabes cuántos aguantaron? Ni el 25%”, apunta el antropólogo.  
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