Las mujeres no tienen ningún derecho ni político ni jurídico (como los esclavos). Las jóvenes tienen que permanecer recluidas en una habitación especial (el gineceo), no pueden quedar con hombres, y cuando se casan rara vez cruzan la puerta de su casa. El marido solo las quiere para tener hijos legítimos, ni siquiera, rara vez para complacerlos sexualmente, ya que se satisfacen con otras muchachas o cortesanas, o también con concubinas.
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