Con todo, la Justicia italiana insiste en que, después de ocho años, todas las acusaciones de Rivas "han quedado sin demostrar" y "los maltratos de los que la misma afirma haber sido víctima y, más en general, las situaciones intolerables y de peligro para el menor alegadas por ella parecen más bien fruto de su voluntad de oscurecer la figura paterna ante los hijos y de asegurarse la posesión exclusiva de los mismos"
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