Hallan una vulnerabilidad, Snapchat coloca un cutre parche, anuncia que ha arreglado el problema, trata de poner trabas al investigador que lo encontró y trata de encubrir su pifia cuando descubren que no está solventada y vuelven a sacarles los colores. Así una y otra vez. Es el cuento de nunca acabar de dos investigadores españoles.
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