Aunque escribió cuentos que entran en las dimensiones habituales del género, Monterroso cultivó lo sucinto a fuerza de podar. Su primer libro, Obras completas (y otros cuentos) (1959) incluye algunos de una, dos o tres páginas y otro que –siete palabras– no alcanza ni siquiera un renglón. Hoy es considerado el gran precedente del microrrelato. Con ironía, en “Fecundidad” el narrador escribe: “Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea”.
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