En mi juventud, la bebida solía ser el combustible para mis especulaciones filosóficas. Hoy en día, y cada vez con mayor intensidad, una buena caminata es lo mejor para estimular mi interés en temas espirituales. El fin de semana pasado, en una salida relativamente relajada a través del Desierto de la Gran Sonora, paramos con mi compañero a almorzar en unas rocas de un río ya seco (Risible caso el de Arizona, ríos por doquier pero ni una gota de agua en ellos).
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