[...] Estaba destrozado. Tras una incursión furtiva en Tibet, recorriendo varias decenas de kilómetros diarios, durmiendo en cuevas, perdiendo peso por no comer, sin apenas descansar y hasta rompiendo la suela del calzado, sumado a un viaje por India de tremendo desgaste, dos días de calma me venían de perlas para reponerme física y mentalmente, y el pintoresco asentamiento al que había llegado no podía invitar más a ello: Badrinath, un remanso de paz enclavado en el corazón del Himalaya.
Comentarios
Una forma distinta de viajar .. y como siempre, un artículo espectacular.
Es fantástico que Internet permita a personas 'normales' compartir historias como esta para que otros 'normales' lo leamos. Cuantas aventuras en el pasado se habrán perdido u olvidado... Genial relato y genial blog.
Cada vez que leo una entra nueva del blog de este chaval, más le admiro y le envidio.
espero que no se canse nunca de contarnos sus historias
"Recuerda, amigo, que todo está ya en ti…”