Paradójicamente los defensores del alargamiento de la vida útil de Garoña aseguran que si no fuera por las centrales nucleares la factura del que paga sería mayor. Sin embargo, con el sistema actual es imposible que el consumidor se beneficie del bajo coste de la energía nuclear ya que paga por el precio de la tecnología más cara siempre, que será la misma con o sin Garoña.
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