La jaima del presidente libio, Muammar el Gadafi, no está climatizada. Apenas tiene cuatro radiadores eléctricos.No hay jacuzzi ni una gran cama árabe con cojines. Pero sí una cantidad de muebles reconocibles por cualquier persona ajena al lujo: dos sofás de color marfil –igual de cómodos que los Klippan de Ikea–, dos sillones de plástico blancos idénticos a los de las terrazas de los bares , una silla presidencial, una mesa pequeña y otra más pequeña aún con un televisor no muy grande de pantalla plana.
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