"Yo ingresé en el preventorio del Doctor Murillo en Guadarrama en el año 60, no en la inmediata posguerra, y sin embargo lo que regía era lo mismo. Era paramilitar: había que levantarse por la mañana, cantar el Cara al Sol. Rezábamos el rosario todas las tardes con un cura que cometió abusos sexuales con niñas. Se nos pegaba sistemáticamente. Intentaban comunicarnos que nuestras familias eran basura. Una cuidadora llegó a comentar que nuestras madres nos habían abandonado para hacer de putas. A las niñas se las metía en la bañera con agua fría.
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