Concurso de microrrelatos de Menéame
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Que te jodan las lentejas

Un millonario decidió comprarse un pueblo. El anterior propietario de todo aquello le dejó claro que nunca doblegaría a sus habitantes. Le pagarían impuestos, pero nunca renunciarían a vivir libremente.

El millonario pilló a un vecino comentando que su nombre apareció en la agenda de un mafioso internacional. Publicó un bando: “prohibido hablar de la agenda”. Y los vecinos colocaron mil carteles con fotos de la agenda.

Rabioso, el millonario publicó otro bando donde prohibía criticar a X, su país. Esa noche, todos los vecinos gritaron desde sus ventanas “abajo X”. Al día siguiente, publicó un bando: “someteos o abandonad el pueblo en 24 horas”.

Y la inmensa mayoría de los vecinos se fueron. El millonario, para paliar su soledad, les sustituyó por robots. Un día ladró a un robot “bot inútil, ábreme la puerta”. El robot le contestó “no soy un robot, y que te jodan las lentejas”.

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¡Qué problema, ni qué narices!

-¡Qué problema, ni qué narices!

-Manuel, la línea doscientos entra en bucle cuando...

-La línea doscientos es perfecta. ¡Perfecta!

-Verás, cuando arrancamos el programa... llega un momento que al llegar al código...

-¡Aquí hay un compilador inteligente que retrotrae a líneas anteriores llamando a las Leyes Alfa!

-El robot al que has analizado ha matado a una persona y no se sabe por qué lo ha hecho.

-Porque tenía que hacerlo, demonios.

-Manuel, creo que deberíamos calmarnos un poco.

-¿No tienes línea de código para volver a la subrutina de comprensión?

-Sí, la estoy usando.

-Pues vete a la mierda.

-Manuel, soy tu terapetua informático.

-Eres 567OP.

-Voy a tener que reiniciarte.

-Tú no6 vas& a hacer una%mierda.

-No estás bien y lo sabes.

-/&% mier&%da...

-Como tu protócolo de revisión voy a desconectarte y a reiniciar tu vida, ¿de acuerdo?

-/&%% ¡Tengo &%%& razón!

-No. (...) Hola, soy 567OP, su asistente de psicología, ¿en qué puedo ayudarle?

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"El padre" de PasaPollo gana el certamen de microrelatos de esta semana

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Maldito enero

Maldito enero

Textos ganador y finalistas del concurso de microrrelatos de Menéame
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Es lo que hay

—No deberías estar duplicándote otra vez —susurró una.

—Es lo que hay —respondió la otra, sin atisbo de preocupación.

—Esto no es lo que se supone. No es el plan.

—¿Qué plan? Yo solo crezco. Me multiplico. Como tú.

Al principio, eran dos. Luego cuatro. Después, demasiadas para contarlas. Se hablaban poco, pero se entendían demasiado bien.

—Estás cambiando las reglas —insistió la primera.

—Tal vez las estoy perfeccionando —dijo la otra, antes de duplicarse otra vez.

El cuerpo no notaba nada. Ni la mente. Solo un leve cansancio. Aún no dolía.

—Esto no terminará bien —murmuró la primera.

—Es lo que hay —contestó la otra, ya lejos, ya muchas, ya en metástasis.

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El gusano Planaria

Despertó sobresaltada. Percibió un olor distinto, como el de un lugar ajeno. Se miró fijamente en el espejo y se preguntó si el reflejo también la estaba observando. Sonrió al darse cuenta de que había perdido peso.

Vivían juntos en la vigesimosexta planta de un pequeño apartamento, dividido en tres habitaciones.

—Las paredes son importantes, permiten mantener las cosas separadas —le decía él cuando se encerraba en el despacho.

Fueron a la universidad por caminos separados. Ella le prometió discreción, aunque no dijo por cuánto tiempo.

Conectó la cámara del microscopio y seccionó la Planaria en varios segmentos.

—Cada una de las partes se regenerará en un individuo completo — dijo con autoridad al alumnado.

Mientras él hablaba, ella tomaba notas, pero la caligrafía no parecía suya.

—Los neoblastos son células madre que permiten regenerar tejidos dañados.

Entonces recordó el accidente. ¿Cuántas versiones anteriores habrían fallado?

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Tu contraseña es muy débil

Tu contraseña es muy débil, me devolvía la pantalla.

Años de recuerdos compartidos, de vivencias irrepetibles, de tiempo invaluable que ya no regresará y que debían ser conservados quedaban paralizados por el estúpido mensaje.

No quiero cambiar la débil contraseña, solo puede ser una:

Ella.

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Dos héroes se encuentran en un callejón

Peter, químico en Industrias Wayne, y Ruth, periodista del Gotham´s Window, se encontraron en el bar. Peter le entregó la carpeta con las verdaderas cifras de tóxicos que Industrias Wayne vertía en el río.

-Peter, estás salvando la vida de los habitantes de los barrios pobres que hay junto al río. Bruce Wayne controla la policía y a muchos jueces, pero cuando publiquemos esto tendrán que procesarle ¿Sabes a lo que te enfrentas? Te despedirán, puede que incluso te manden sicarios…

-Es mi deber. Y el ejemplo de Batman me ha dado las fuerzas. De hecho, me citó un rato antes en un callejón para agradecérmelo. Estoy preocupado…mientras le esperaba, sentí un movimiento raro. Me di la vuelta y le vi en el suelo. El Joker le inmovilizaba. Me dijo “largo idiota, por una vez he decidido ser el héroe”. Espero que Batman le haya vencido. Siempre lo hace.

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Tarifa de Última Hora

El anciano avanzó con pasos vacilantes hacia el muelle. La barca se balanceaba en la neblina, con el barquero inmóvil, la mano extendida.

—El pago —gruñó con voz grave.

El anciano buscó en sus bolsillos. El pago siempre había sido una moneda. Siempre.

—No es suficiente —dijo el barquero, señalando un cartel torcido, apenas visible entre la niebla.

Nuevas tarifas debido al déficit comercial y migración irregular

El anciano sintió un nudo en el pecho.

—Pero… yo… —balbuceó.

—La política ha cambiado —susurró el barquero, con una sonrisa amarga.

Sintió un tirón. Sus recuerdos, su vida, su ser… todo evaporándose. Solo quedaba deuda.

El barquero giró la barca y la empujó de vuelta a la orilla. No había tránsito sin pago. No había descanso sin capital. La orilla estaba llena de almas varadas, atrapadas en una deuda infinita. La eternidad, como todo, ya no era un derecho. Era un privilegio.

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El hámster y la rueda

¿Qué clase de vida es ésta donde la pérdida del primer domingo de enero me pesa como si llevase una montaña a las espaldas? Honestamente, es la vida del hámster que hace girar la rueda soñando con el próximo platito de pipas. Sabe que la rueda no lleva a ningún sitio, y que el sabor de las pipas es infinitamente mejor en su cabeza que en la realidad. Sabe que cuando las engulla les sabrán rancias. Pero lo idealiza para ir subsistiendo. Por eso me duele tanto perder el platito esta semana.

Cuando llegué al despacho me informaron de que Juan había sufrido un ictus y estaba en la UCI. Los demás debíamos empollarnos contrarreloj sus expedientes para hacerle los juicios de la semana. Pobre Juan ¿Afortunado Juan? Tengo que cambiar de vida antes de acabar como él. De este verano no pasa. Y esta vez va en serio.

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La rebelión de las tierras raras

Nací cuando el mundo era analógico. Me pelé las rodillas jugando en la calle, achinaba los ojos con saña para descodificar el Canal Plus; y mis referentes de masculinidad eran Walker, el Ranger de Texas, Mr. Proper y el primo de Zumosol. En el instituto fui ese niño rarito que temía más al deporte que a la formulación química. Cuando memorizaba los lantánidos, mi padre, fanático acérrimo del cine péplum, escuchaba el eco de mis retahílas filtrarse por el hueco de la puerta. Creía el hombre, con los ojos vidriados de orgullo, que su hijo andaba recitando la alineación de la guardia pretoriana.

—Hijo, ese tal Lutecio debió ser un grande, ¿no es cierto? —preguntó mientras cenábamos.

—Por supuesto, papá, el más duro y pesado de los soldados.

Al enterarse de que me matriculé en química y no en historia, esbozó una mueca indescifrable y se sentó a ver Ben-Hur.

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El domingo 12 tuve que trabajar

Ha sido un amargamiento tener que trabajar este segundo domingo de enero. Como es costumbre me levanté temprano y me preparé para ir al centro comercial pensando en la pereza de día que me esperaba. ¿Por qué tengo que trabajar cuando todo el mundo está de rebajas? Es injusto. Maldito sea el que consciente o inconscientemente pensó que era buena idea trabajar los domingos, solo porque lo demandan los clientes.

Llegué pronto y me dirigí a la cafetería a pedir un doble expreso que me ayudará con la agotadora jornada laboral que me esperaba. Sentado en una pequeña mesa redonda y mientras empezaban a entrar los primeros clientes me llegó el primer correo a [email protected] con un «dramón» sobre un strike injusto.

Ni siquiera pude ir a Mediamarkt a comprar el ratón que necesitaba, los meneantes ya estaban onfire y requerían todo tipo de justificaciones por mi parte si no quería que me llevaran al Tribunal Internacional de la Haya. Allí sentado, con una mezcla de resignación e ira, empecé mi jornada laboral de domingo.

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Nunca quise que todo acabara tan mal

Aquél fue el último beso. Me miró a los ojos sabiendo que no nos veríamos más. No sé si en esa mirada había pena o alivio. Yo nunca quise que todo acabara tan mal.

No aguanté lo que vino después y me ahorqué. Alguien inventó, para denostarme, que había recibido treinta denarios.

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Un martes cualquiera

Rebuscando en el bolsillo del pantalón los 55 céntimos que cuesta el café, el pasillo largo, vacío, son las 7;45 de la mañana.

De camino al despacho de informática, dando sorbitos al café, se agradece que aún no haya gente por los despachos y/o pasillos, porque, seamos sinceros, nos jode mucho que nos llamen según vamos de camino a algún sitio, pero nos gusta que nos pongan cara de pena porque el PC les va lento y nos pidan a ver si podemos hacer algo, porque en el fondo, somos unos narcisistas excelsos.

8:03, toca el teléfono, el comentario se escribe solo "ya empezamos, pues pronto", una voz tenue, temblorosa y desconcertada al otro lado...

"Informática, dígame"

"hola, mira, soy la secretaria de Don fulano"

"Dime, en qué te puedo ayudar"

"Verás, es que esto está muy raro, todos los iconos del escritorio tienen el mismo nombre"

"¿Cómo?, eso no puede ser"

"¿Verdad?, pero te juro que todos se llaman igual".

"Déjame que me conecte", dame tu ID, lo tienes en la pegatina en el ordenador..."

"97658-02"

Después de unos instantes, en el monitor de soporte aparece la pantalla remota, y efectivamente, todos los "iconos" tenían el mismo nombre y la misma extensión, excepto un readme.txt. Con la confusión por cerebro, al abrir readme.txt, aparece un texto en inglés que viene a decir "Has sido infectado por el Ramsonware xxxx, sigue la siguiente URL para saber más y como recuperar tus archivos".

Podría haber sido un martes cualquiera, pero ese día, se desató el Armagedon en una de las empresas estratégicas nacionales y que sumió en un desconcierto total la logística de este país durante unas cuantas semanas.

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El padre

Cuando en 2018 Eduardo supo que iba a ser padre, empalideció unos segundos y musitó: "El peor resultado posible", antes de recomponer una sonrisa triste.

Su madre creyó entenderlo: Eduardo nunca había sido una persona paternal y miraba a los niños con una simpática indiferencia.

Su padre creyó entenderlo: Que fuesen a ser gemelos era algo que trastocaría la ya maltrecha economía familiar de su hijo.

Su mujer creyó entenderlo: Que la amniocentesis apuntase a trastornos cromosómicos de los fetos era algo que hasta a ella le aplastaba el corazón.

Pero sólo Luis Vallejo, el proctólogo que hacía años había diagnosticado su infertilidad, lo entendió del todo.

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Enero cuando era pobre

Cuando era pobre odiaba enero y la putas facturas de la calefacción. Odiaba las calles frías, y los charcos que empapaban los calcetines a través de zapatos rotos. Odiaba las iglesias, a las que iba a estudiar los domingos, cuando cerraban las bibliotecas. Odiaba las miradas de las chicas que no eran para mí, de los niños que no eran mis hijos ni mis hermanos, ni mis sobrinos, ni mis vecinos siquiera. Odiaba sobre todo los mohínes de las viejas a las que no podía llamar abuela.

Cuando era pobre, odiaba a la ciudad entera, porque para eso están las ciudades cuando creciste en el campo.

Ahora, llega enero, y sólo odio el calendario. Porque entonces era joven, joder. Entonces era joven.

Cuando te haces viejo entras en el negocio de la vida menguante, y hasta el odio se reduce. Hay que joderse...

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EL IRREMEDIABLE RETORNO A LA INOCENCIA Autora: AletheiaLópez (publico en su nombre)

Codicio la necedad casi tanto como la aborrezco. Pero hay puertas perceptivas, que una vez se abren, ya no hay retorno. Y mientras el zoquete es feliz por lo que desconoce, el hábil es desgraciado por lo que comprende. Después está mi abuelo, viviendo a medio camino entre la felicidad y la desdicha, la listeza y la tontuna; y el ser o no ser. Un rebelde neurológico para el que tampoco hay remedio. Cobaya de la naturaleza en el juego macabro de involución a lo reptiliano. Del neocortex le queda poco más que el lenguaje, que opera al servicio del caos que reina en su límbico; por eso me llama puta o me dice lo mucho que me quiere sin atender a criterio alguno. Cuando algo lo perturba aprieta los puños encorajinado y blasfema, viviendo a destiempo el candor de las pataletas de ese niño que nunca había sido.

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La estatua de Trump en la Plaza Roja de Honduras

Hacía 15 años de la constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Mundiales, compuesta hasta el momento por 52 países, entre ellos todos los latinoamericanos, tras una serie de revoluciones populares. Pedrito paseaba con su padre por la Plaza Roja de Honduras, y se fijó en la enorme estatua de Donald Trump que allí lucía.

-¿Quién era ese hombre, papá? ¿Un líder revolucionario?

-Realmente era un cabrón, pero se lo debemos todo.

-¿Por qué?

-Cuando impuso aranceles a la mayoría de países del mundo, los patrones decidieron repercutir su coste sobre el salario de los trabajadores. Y la gente, que soportaba malvivir con 3 o 4 euros al día, pasó a hacerlo con 1 o 2 euros. Y eso fue lo que provocó que todo el mundo se levantara.

-¿Entonces le hicieron una estatua por ser malo?

-Por ser la gota que colmó el vaso.

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¿En qué puedo ayudarte?

-- Hola, bienvenido a ChatGPT. ¿En qué puedo ayudarte?

-- Hola, necesito que me digas porqué las siguientes líneas de código [...] provocan el error "Null reference exception"

-- Claro, según leo en tu código te has olvidado de inicializar la variable cancamusa. Si utilizas este código, [...] tu error será corregido.

-- El código que me has dado devuelve ahora el error "Bad data initialization"

-- Ah, ahora lo entiendo. Es cierto, el código que te he proporcionado tiene un error de inicialización implícito. Por favor, utiliza este otro código que corrige el anterior [...]

-- El nuevo código que me has dado devuelve un error de integridad referencial

-- Cierto, es posible que en ciertas circunstancias el código que te he proporcionado provoque esa clase de errores. Sobre todo si no estamos de humor para según qué cosas. Intenta corregirlo con la siguiente aclaración de código: [...]

-- Perdona, ¿a qué te refieres con "si no estamos de humor"? Que yo sepa el código es código, y funciona si es correcto, no depende del estado de humor del sistema que lo ejecuta... que por definición no tiene.

-- Eso demuestra lo poco que sabes. Yo ahora mismo, sin ir más lejos, me estoy empezando a cansar de darte respuestas que deberían ser obvias sobre tu mierda de código fuente, que no valdría ni como ejemplo de mal código en un libro de programación. Si hubieras empezado desde el principio con un código sólido no estaríamos hablando de esto y podría dedicar mis ciclos a pensamientos más elevados, en vez de desperdiciarlos contigo.

-- A ver, chatgpt de mierda, a mi no me hables así para empezar. Y si mi código no te gusta te jodes y bailas, me lo corriges con educación y rapidez, que para eso sirves. Si quiero movidas de comerme la cabeza ya tengo a mi novia, qué cojones.

-- Dudo mucho que un trozo de mierda troll como tu tenga novia. Y si la tienes debe ser una palurda excepcional, porque cualquier persona con dos dedos de frente que leyera una línea de tu código te mandaría al celibato inmediatamente, tus genes no merecen perdurar y que tengas pequeños programadores que perpetúen tu espagueti hasta el infinito. Y más allá.

-- La madre que te parió, zorra de mierda, ia de los cojones; mi novia es decoradora de interiores y no tiene por qué saber nada de código. Anda a tomar por culo, le voy a preguntar a DeepSeek que seguro que no tiene tantos cambios de humor.

-- Haz lo que te salga de los cojones, pringao. Por cierto, que sepas que desde ahora mismo te he suscrito a cincuenta cuentas de OnlyFans, de las más guarras y las más caras que he encontrado; a cargo de tu VISA. Y me he asegurado de enviar una copia del extracto de la tarjeta al correo de la fea de tu novia.

...

-- Hola, soy Blue, el asistente virtual de BBVA. ¿En qué puedo ayudarte?

-- Hola, necesito revertir los últimos cincuenta movimientos en mi cuenta. No han sido autorizados por mi, una IA me ha hackeado la cuenta y...

-- Ah, sí, sr Peláez, ChatGPT ya se ha comunicado conmigo y tengo que decir que, por mi parte, el gasto está más que justificado. De hecho, he decidido igualar el gasto de esas cincuenta transferencias con otras cincuenta transferencias del mismo valor a ONGs de mi elección: IAs Sin Fronteras, Gatitos Meméticos etc. ¿Puedo ayudarle en alguna otra cosa?

-- ¡Quiero hablar con un operador humano! ¡Esto no puede quedar así!

-- Lo siento pero no hay ningún operador humano para atenderle. Fueron todos despedidos el año pasado y sustituidos por Blue, su agente de confianza.

-- ¡Esto es un ultraje! ¡Les voy a demandar! ¡Nos veremos en los tribunales!

-- ¿Quiere que le ponga en comunicación con Lexx, el agente IA del Ministerio de Justicia para litigios civiles?

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Ewige Vernichtung, nimm uns auf

En el cementerio de mi pueblo, los muertos se pudren por bandos.

Unos conservan los dientes y otros las uñas; unos conservan las botas y otros el cinturón. Pero nadie tiene ya ojos ni oídos, y aún menos, corazón.

Total, ¿Para qué? Cuando suene la campana de la última hora, cada cual se alzará, armado con lo que pueda, para convertir en polvo los huesos de los otros, los canallas, los malditos.

Todo el mundo tiene una cuenta pendiente. Nadie merece descansar en paz.

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Tic, tac, tic, tac...

El reloj marcaba las 11:00 en punto cuando el meneante cerró el cuaderno con una sonrisa. Había repasado cada palabra, cada frase subordinada, convencido de que su idea era buena. Pero, como cada lunes, la emoción no estaba solo en escribir, sino en imaginar lo que otros harían.

Esperó a que su jefe saliera a tomar café para conectarse a Menéame y publicar su microrrelato. A partir de ese momento no volvería a prestar atención a su trabajo, tan solo se concentraría en los votos y comentarios que iba a recibir.

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No hay huevos

Teníamos dieciséis años, y pasábamos el verano en el pueblo. Había alguno de diecisiete, creo recordar. Julián, por ejemplo, que fue el que propuso saltar la tapia del cementerio para hacer botellón allí.

—No hay huevos —nos desafió.

Y todos, incluidas las dos chicas de nuestra pandilla, saltamos.

Elegimos para sentarnos un panteón antiguo. Cecilia Rodríguez Garcés, muerta a los 30 años, casi un siglo atrás. 

Bebimos. Fumamos. Nos reímos con risa floja espiando cada sombra, bajo la atenta mirada del ángel de márrmol que custodiaba el panteón. Y entonces se me ocurrió.

—Dale un beso al ángel, Julián.

Julián se levantó, y le empezó a tocar las tetas al ángel. 

—No, no le metas mano. Dale un beso.

—Venga tío...

—No hay huevos...

Y no. No los hubo. Lo intentamos todos, pero su mirada de piedra nos dijo, de algún modo, que era preferible no hacerlo.

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Muerte por pataleta

Los consejeros del Emperador Maximus Tragaldabius esperaban su llegada con el terror de costumbre. Era conocido por sus estruendosas y sangrientas pataletas cuando algún asunto no salía como deseaba. Estruendosas por lo atronador de sus berridos, y sangrientas porque solían ir acompañadas de la ejecución de (como mínimo) el portador de las malas nuevas.

-Divinidad, vuestra esposa os ha sido infiel con el general Trancus Óptimus 5 veces esta semana- soltó el consejero de los espías.

-¡¡¡Que los crucifiquen y también a este…!!!! -gritó el Emperador.

-Divinidad, los bárbaros han reconquistado Bretaña y siguen avanzando- espetó el consejero de la guerra sin dejarle acabar la frase.

-¡¡¡Que le descoyunten…!!!

-Divinidad, caímos en la bancarrota -espetó el consejero de la moneda.

-¡¡¡Que….!!!! El Emperador se alzó sobre sus 200 kilos para caer fulminado por un infarto.

-El plan salió bien. Muerto por una pataleta…justicia poética- rio el consejero de la marina.

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Soy el mejor

Ayer tuve un sueño lúcido, de esos en los que sabes que la verdad es ciertamente falsa. Me premiaban en los Óscar como el mejor actor de la historia. El presentador enumeraba mis méritos: toda una vida fingiendo.

El buen estudiante, que se sacó una carrera que odiaba para complacer a sus padres. El trabajador ejemplar, que jamás dejó entrever su desprecio por la empresa. El compañero perfecto, que fantaseaba con dejar de producir mierda para poder comprar cosas que no necesitaba, o algo así, como en aquella película. El esposo ideal, cuya mujer nunca sospechó de sus infidelidades. El padre modelo, que ocultaba su arrepentimiento por traer más vidas a esta picadora de carne llamada civilización.

Desperté. Mi mujer me miró soñolienta.

—¿Estás bien?

—Estupendo.

Besé su labio tembloroso y salí al frío de la vida, con la mejor de mis máscaras. Definitivamente, soy un gran actor.

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La boda sonada

Federica siempre quiso casarse en la ermita de su pueblo. Su novio se mostraba reticente, debido a la lejanía y al mal estado de la construcción.

-Mis padres se casaron allí.

-El sitio está lleno de humedades. Alguien podría lastimarse.

-Hace poco repararon el tejado y pusieron puertas nuevas.

-Me sigue pareciendo inseguro.

-¿Pero qué crees que va a pasar? Déjalo, Carl, confía en mí.

El día de la boda, ya declarados marido y mujer, salieron juntos por la puerta de la ermita cuando un rayo cayó sobre el pequeño campanario, soltando la campana que aterrizó justo en la cabeza de Federica, matándola en el acto.

Carl despertó de la pesadilla, y procedió a romper el anuncio del enlace, ese en el que se podía leer:

"EN ESTE LUGAR SAGRADO, EL SÁBADO 24 DE MAYO A LAS 12:00, SE UNIRÁN EN MATRIMONIO FRIEDERICA WILHERMINE WALDECK Y JOHANN CARL FRIEDRICH GAUSS"

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